Por: Carmenza Zá @zacarmenza // Foto: Shock.co. Cuando conozco a un hombre que me gusta, siempre termino preguntándole qué tipo de porno ve. La pregunta, que bien puede parecer extraña, debería ser obligatoria cuando de conocer a alguien se trata, y es que hemos andado por la vida sin darle a la pornografía la importancia que realmente se merece; la hemos usado, manipulado, menospreciado y, peor aún, la hemos querido condenar y censurar. Somos muy ingratos con los directores, que trabajan arduamente en la trama y con los actores/actrices que nos muestran siempre su mejor perfil. Lamentable.
Nos dejamos meter el cuento de que lo relevante es si la otra persona es hincha de Millonarios o de Santa Fe, en lugar de preguntarnos si es groupie de Sasha Grey o de Kiera Winters, o de las dos, o de ninguna, porque no tiene idea de quienes son (Lo cual no sólo es raro, sino que puede ser peligroso; un claro indicativo de que puede venirse con alguien sin saber su nombre).
Preguntamos, como si se tratara de un gran misterio, si su preferido es el helado de fresa o el de vainilla; pero desconocemos si inicia la búsqueda en la sección de Milf o de Teens. Dato importante, sobre todo en el momento de presentarlo o presentarla ante la familia; después de todo ¿hay que esconder a la mamá o a la sobrinita?
Seguimos convencidos de que los límites de las personas se conocen en momentos de crisis y de peligro; cuando la naturaleza del ser humano sólo se hace visible en un momento de arrechera, en el que lo urgente es venirse y, entonces, la búsqueda de la página XXX es directa, se adelanta el video a la parte que más nos gusta y dejamos que la trama pase a un segundo plano, no nos interesa si es el pizzero o la profesora... ¿Ven cómo si somos ingratos con los directores, guionistas y libretistas?
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Preferimos stalkear facebook e instagram, en busca de material para armarnos videos dignos de un Oscar; olvidamos que lo esencial, lo indiscutible y lo innegable se encuentra en el historial de Pornhub o en el ranking de Poringa. Basta con averiguar a qué material, aquel o aquella le da 5 estrellas, para tener garantizado el éxito en la celebración de aniversario.
Perdemos el tiempo preguntándole si se vio la saga completa de Harry Potter o la trilogía de Crepúsculo, en lugar de averiguar si prefiere el video de Lady o el de la Kardashian o, en un punto medio, el de Ana Karina Soto ¿A qué amigas no hay que presentarle?
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Nos parece urgente que el otro se sepa todas las películas en las que Leonardo DiCaprio ha perdido el Oscar, pero olvidamos la importancia de conocer el recorrido y la versatilidad profesional de Rebeca Linares. Para la que pido un minuto de aplausos, por no parecer política corrupta; aún cuando hizo lo que nadie esperaba que hiciera, saltando de categoría en categoría a su conveniencia, y codeándose con los grandes de la industria, a cambio de nada… Aunque de eso no estoy segura, pero me gusta imaginar que Rebeca paga con dinero o en especie, pero no con curules y Ministerios.
Nos indignamos si el otro no se siente colombianísimo por James, Shakira o Nairo; pero nos parece el colmo de la guisada, si resulta fan de Esperanza Gómez; nuestro orgullo y valuarte nacional. Esperancita, que ha gritado más metidas en el arco que el mismo William Vinasco; pero quién seguro, de lanzarse a la Alcaldía de Bogotá, si ganaría. ¡Tiene mis votos!
Hemos pasado por alto lo verdaderamente importante, al momento de relacionarnos y de conocer a profundidad a alguien más. Seguimos preocupados por la imagen que nos quiere vender el otro, ignorando que el porno es, tal vez, la relación sexual más honesta que podamos tener; el porno lo escoge quien lo ve y si no lo cambia, es porque de verdad le gusta y no lo quiere perder... Puede ser, inclusive, lo más parecido al amor, y por eso hay que ver cómo se comporta el otro en dicha situación.
Es nuestra misión tomarnos el porno más en serio y respetarlo mucho más. Y es que conocer la preferencia pornográfica de la persona por la que nos sentimos atraídos, nos ubica dos pasos adelante de ella; lo cual, sobra decirlo, es bastante útil… sobre todo si, eventualmente, se hace necesaria la huída.
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