Un par de jóvenes rastas, vestidos con túnicas y armados con antorchas y gasolina, entraron poseídos por el fervor musical (y religioso) a una iglesia católica. Le prendieron fuego a una docena de fieles, al sacerdote y a una monja. “Burn the vatican, burn the batty bwoy, burn the lesbian” (quemar al vaticano, a los gays y a las lesbianas), eran las consignas del reggae y del dencehall en ese entonces. El hecho fue conocido como “caso Fyah Burn”, y aunque ocurrió a principios de siglo, es un tema que destapa los debates de siempre: el fanatismo, la censura en la música, la homofobia y la discriminación.
Por: Fabián David Páez López @Davidchaka // Foto: Backyard.com
Por los días en los que recién terminaba de conocer los trabajos clásicos de Bob, llegó a mis manos un álbum (pirateado, por supuesto) de Capletón: el More Fire. Un trabajo que, realmente, contenía letras incendiarias. Las alusiones al fuego, que también eran frecuentes en las letras de Bob, aparecían una y otra vez con más violencia en cada lírica de Capletón. El disco había sido lanzado en el 2000 y coincidió, y tal vez impulsó, el avivamiento del caso Fyah Burn. Desde luego, en ese momento, acá nadie le dio mucha importancia al hecho.
Lo que en ese entonces despertó para mí un descomunal interés por la música de la isla, para los que lo vivían de cerca desataba los cabos del racismo, la homofobia, la segregación y los odios más profundos.
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Sobre Roma, el papa y la iglesia
Capletón, junto a otros intérpretes como Sizzla y Anthony B, hizo parte de la ola de músicos que desde mediados de los noventa renovaron la energía del reggae en Jamaica. Eran pertenecientes a la vertiente ortodoxa del rastafarismo, los Boboshanti, y a diferencia de los viejos músicos del reggae roots, como Bob Marley, no comulgaron con la cultura del One Love y recargaron sus letras con mensajes incendiarios a favor de la supremacía negra y del fuego contra la opresión, encarnada en la iglesia, la policía y los homosexuales.
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Uno de los temas que dejan claro el fenómeno es Fire pon Rome de Anthony B. Producida en 1996, la canción reclamaba la sublevación del pueblo negro prendiendo fuego sobre Roma, el papa y el vaticano.
Fire pon Rome,
Fi Pope Paul an him scissors an comb,
Black people waan go home
A Mount Zion a di righteous throne
Pero fue en 2001 cuando un grupo de fieles creyentes del reggae cruzaron la línea entre la retórica y la realidad. El fuego presente en las cálidas melodías del roots, o en las bombas fiesteras del dancehall, ardió en una catedral en la isla caribeña de Santa Lucía. Un joven Rasta de veinte años de edad llamado Kim John, y al menos otro cómplice, entraron a la catedral poniendo en práctica la filosofía del Fire Burn. Según información publicada en Los Angeles Times, iban vestidos con amplias túnicas y armados de palos, antorchas encendidas y latas de gasolina; avanzaron por el pasillo, rociaron y prendieron fuego de forma aleatoria a una docena de fieles. Uno de los atacantes encendió al sacerdote y al altar. Otro, apaleó hasta la muerte a la hermana Theresa Egan, una monja irlandesa que llevaba cuarenta y dos años trabajando en la isla.
Según los informes de la policía, John tuvo una visión en la que Haile Selassie, el profeta del rastafarismo, le consagró como “el elegido” y le ordenó que liberara a su pueblo del Sistema Babilónico. La iglesia católica –de la cual son miembros el 80% de los habitantes de la isla de Santa Lucía– es, por supuesto, uno de los principales símbolos de Babilonia para muchos Rastas,
En ese mismo año fatídico, se conoció la historia de una madre que despertó y encontró su casa en llamas, y a su hija cantando la letra de More Fire, de Capleton. P.J. Patterson, el primer Primer Ministro negro de Jamaica, criticó la manía del Fire Burn, e incluso intentó entrevistarse con Capleton para alentarle (sin éxito) a suavizar su rutina.
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Fuego a los homosexuales
La piromanía verbal de los músicos de reggae no solo arremetía contra la iglesia. Muchas letras de la corriente de músicos radicales de la isla, apuntaban a reprobar la homosexualidad.
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Sizzla, Buju Banton y Beenie Man, mejor conocido como El Rey del dancehall, fueron algunos de los personajes que más causaron controversia. En un tema lanzado en el año 2000 (y que ahora no se consigue en internet) titulado Damn, Beenie Man hace un intro con estas palabras:
Well, I’m think of a new Jamaica
Mi come fi execute all a di gays
So all di man who send car from America
(Sueño con una nueva Jamaica, vamos a ejecutar a todos los gays)
En 1992 Buju Banton (a quien recordamos por el viejo clásico Champion) ya había despertado el virus anti-gay con el exitoso Bom Bye Bye (en la cabeza de un battybwoy), y en 2001 T.O.K alcanzó el número uno en varias listas de dancehall en Kingston, Miami y Nueva York con el tema Chi Chi Man (otra forma despectiva de referirse a los gays). Sus letras no solo iban en contra de la homosexualidad, sino que instigaban que les prendieran fuego y los exterminaran.