Cázame es una obra que le permite al público interpretar y armar su propia historia. Los actores son clave. Viven en el bajo mundo y habitan en 18 espacios, perfectamente construidos para que los espectadores no solo vean lo que sucede, sino que se sientan parte de la obra.
Jimmy Rangel, su director, es reconocido por muchos de los proyectos donde ha participado en dirección y coreografía como El Circo del Sol, Festival Iberoamericano de Teatro, Lady Gaga, Monsieur Periné, Esteman, B Capital, la ópera Macbeth del Teatro Colón, 13 Sueños, El Grito, entre otros.
Por eso hablamos con él sobre la obra y lo pusimos en el papel de espectador para que interpretara ocho escenas de Cázame para Shock.
¿Cuál es la conexión social que tienen los personajes en Cázame?
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Los personajes están naturalmente unidos por un valor que además se les suma a los espectadores, el espacio, dramatúrgicamente siempre pensamos en encerrar a un grupo de individuos y ponerlos a convivir, de eso se trata esta obra. Todos los personajes están absolutamente conectados por qué técnicamente para ellos es imposible escapar de esta caza y de los dramas que allí empiezan a suceder.
¿Cuál es el gran valor de involucrar el público, en la obra?
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Básicamente es incomodarlo, sacarlo de su lugar de confort como espectador y ponerlo a trabajar. Llevo un par de obras intentado experimentar no solo con valores estéticos sino con la relación del público y el espectáculo, esto es riesgoso en la medida que todos los públicos no son iguales. En Cázame, los espectadores son los que concluyen la dramaturgia de la obra. Debemos hacer que ellos salgan a recorrer la casa y se puedan contar sus propias historias.
¿Cuál es su reto como director en Cázame?
Buscar nuevas formas narrativas. Poner en discusión el valor de lo corporal, de lo escenográfico, de lo musical como elemento narrativo. Validar la imagen como dramaturgia.
¿Qué quiere despertar en los asistentes cuando vean la obra?
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Una de las cosas es el voyerismo, quiero que la gente no tenga miedo de ver, de seguir, de ayudar a los personajes.
Personalmente me inquietan en el teatro esa robusta pared que se pone entre el público y la obra. En mis piezas, deseo que no exista esa separación y que el espectador sienta de verdad la experiencia.
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Esta obra pretende finalmente hablar de lo humano, los personajes son simplemente eso, humanos.
Fotos: Brayan Garnica // @bayangarnicaph
1. Mujer con mascara de lobo.
Podría ser la mujer más fea del mundo. Vive en el bosque profundo y a media noche se hace baños de luna. Recorre su mundo buscando el amor y por su mano la muerte llega a esta casa.
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2. El y ella.
Ellos se aman, se aman profundamente, pero se aman con violencia, son celosos, compulsivos. Su historia no tiene nada que ver con la historia general, aunque todo pasa por ellos.
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3. El hombre guapo y el hada
Una voz ronca encerrada en cuerpo de hada madrina. Un hombre guapo marcado por la desgracia. Una historia de amor.
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4. Los sobrinos
Guardaespaldas, matones a sueldo, aunque jamás han lastimado a alguien. Quienes manejan la mafia de este lugar, son tontos, es la acción matemática de los tres chiflados en dos personas.
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5. Dos novicias
Podrían ser también dos enfermeras, dos brujas, dos espantos. Son las causantes del caos constante de esta casa. Se mueven con agilidad y al correr tras ellas puedes descubrir estados insospechados.
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6. Dos policías
Entusiastas pero ineficientes, incapaces de hacer su labor. Siempre están juntos y cualquier plan para atrapar la mafia será destruido por su infinita torpeza.
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7. Un viejo
El gánster. Perdió su objetivo de dirigir la casa por la constante intención de buscar la fórmula perfecta para producir coñac. Su sueño, ver casada a su hija.
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8. La familia
Desquiciados por sus objetivos personales. Están enfermos entre el alcohol traficado que venden en su negocio, el tabaco y los robos constantes. La definición perfecta de familia.
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