BeReal, aplicación desarrollada en Francia en 2020, este año ha llamado a tantos usuarios (aproximadamente 41 millones de personas), sobre todo jóvenes, que ya asusta a las ligas mayores: Meta y TikTok.
Lean aquí: BeReal, la app para dejar de aparentar tanto en redes sociales
La pregunta de si BeReal va a reemplazar a plataformas como Instagram o Tiktok se está planteando dentro los usuarios de internet desde hace algunos días como una verdad (casi) infrenable. La promesa de la aplicación de permitir realidad dentro de una cantidad angustiosa de “imágenes falsas”, cuerpos editados y vidas que parecen perfectas, ha reiniciado la conversación sobre la dicotomía entre lo auténtico y lo fingido, una oposición cada vez más criticada por los usuarios de redes sociales.
¿Cómo nació esta disputa entre lo fingido y lo auténtico?
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Comencemos desde el principio. Cuando Instagram, plataforma creada en octubre de 2010 en Estados Unidos, se volvió de uso masivo, comenzaron a salir estudios de universidades de todo el mundo que cuestionaban el beneficio de la aplicación para la vida de las personas.
La mayoría afirmaban que se había convertido en la detonante de crisis ansiosas y/o de depresión de adolescentes que pasaban mucho tiempo en ella. Los resultados de un estudio hecho por la Universidad de Cambridge y por la Royal Society of Public Health , arrojaron que Instagram es la red social que más afecta de manera negativa la salud mental de los jóvenes.
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La presión por encajar en los cánones que ya todos conocemos y con los que ya nos hemos peleado en cada esfera de la industria del espectáculo, la ansiedad por un contador de likes que parece tener la capacidad de definirnos y una carrera infinita de deseos ajenos en la que nadie gana y de la que tampoco parece haber forma de salir.
Después, la gente migró a TikTok. Una plataforma que permitía ser un poco más “real”, o al menos así se percibían los videos de usuarios que compartían sus rutinas y se sentaban a contar historias. Sin embargo, esto rápidamente se convirtió también en una galería de vidas extraordinarias y volvió a agitar la pregunta sobre lo auténtico, y es que toda la discusión de las redes sociales nos devuelve al mismo punto: el ser real, genuino.
Pero: ¿qué es ser real en Internet?
Para los filósofos existencialistas, la autenticidad resulta de la coherencia de las acciones del individuo con sus creencias y deseos. Desde Kierkegaard , hasta tu influencer de confianza más cercano repiten lo mismo: la autenticidad se basa en serte fiel a ti mismo.
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“Sé tú mismo” , un slogan tan gastado que parece sacado de un libro de autoayuda o de la inscripción de una taza de café, de esas que te puede regalar una tía en navidad.
¿Es posible ser auténtico? Según el psicólogo y sociólogo francés Gabriel Tarde, no es posible. La fuerza que impulsa la conducta de los individuos es la imitación, es el punto de partida del desarrollo de cualquier ser humano .
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Nuestras acciones están mediadas por impulsos externos, desde el colegio aprendemos imitando y no deja de ser así hasta el día en el que morimos. Entonces, ¿por qué esta incansable búsqueda por la autenticidad?
De esta pregunta se pueden sacar muchos ensayos filosóficos, psicológicos y sociológicos. Pero aquí nos estamos preguntando por esta pulsión por satisfacer la necesidad de “realidad” en plataformas creadas para aparentar.
El éxito de BeReal, para los “expertos en Internet”, se debe a la capacidad que tiene de acercar a las personas desde la realidad (tan seguros estaban sus creadores de eso que se lo pusieron al mismo nombre). La responsabilidad que le hemos puesto a las aplicaciones para “acercarnos” a los otros, tensión que aumentó en pandemia, resulta en un deseo de cercanía desde la comodidad de la soledad. Qué pereza socializar, pero qué rico se siente la atención.
La preocupación por los likes desaparece, pero ¿qué tanto? ¿a qué costo? La aplicación permite a tus amigos reaccionar y comentar la foto que te tomaste haciendo lo que estuvieras haciendo durante el día.
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Aquí la ansiedad puede no estar tan latente pero ese cuento de que no existe, no nos lo tragamos. Claro, la aplicación te dice en qué momento tomar la foto, tienes dos minutos para tomarla y salió, sin filtros, sin ediciones, pero es tan intrínseco en el ser humano la necesidad de aprobación, como la búsqueda de autenticidad. Esta ventana abierta e impredecible de tiempo ¿nos alivia o nos amarra? la espera de esa notificación, ojalá esté haciendo algo interesante, ¿otra vez una foto acostada en la cama?
Es ingenuo pensar que no tengamos la fuerza de convertir cualquier app en una especie de fuente de deseos inconquistables y todas terminen siendo más de lo mismo.
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Finalmente, la cuestión de BeReal no está sólo en toda está retahíla acerca de lo genuino y lo real. Es en el “sí, de acuerdo” de la política de tratamientos de datos que no leemos y que con esta aplicación aceptamos más que nunca. Una puerta abierta a cada espacio de nuestras vidas en nombre de la autenticidad.
Tal vez BeReal no sea más real, pero quizá sí es menos intolerable que Instagram, o quizá termine convertida en lo mismo y el próximo año estemos hablando de otra aplicación que nos promete la autenticidad de la que huimos pero con tanto ímpetu buscamos.