Una pandemia era algo que pertenecía a un pasado lejano o a una historia de ciencia ficción. La idea de una enfermedad propagándose rápidamente por el planeta no tenía lugar en un mundo moderno porque la medicina y la tecnología están muy avanzadas como para permitirlo. Pero aquí estamos, ¿cierto?
Por: Julián Ramírez // @Sir_Laguna
Por más que cueste hacernos a la idea, estamos en medio de una pandemia real. El COVID-19 se propagó por el globo y ahora estamos enfrentando cuarentenas, aislamientos, cierres de fronteras y la paranoia que siempre acompaña a la sociedad cuando las cosas se salen de lo establecido.
Por eso, no es extraño el resurgimiento de la película Contagio , la cual ha escalado a los primeros lugares entre las más vistas de servicios como iTunes, Amazon Prime y Google Play. Las personas solemos buscar historias con las que relacionarnos. Que nos ayuden a comprender las situaciones que vivimos así sea mediante el simbolismo y la metáfora. Pero este film de 2011, dirigido por el genial Steven Soderbergh ( La Gran Estafa, La Lavandería ), es totalmente directo a la hora de mostrar cómo la sociedad reacciona ante la amenaza de un virus mortal.
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En Contagio , una mujer regresa de Hong Kong a Estados Unidos sin saber que se ha contagiado de un nuevo virus de origen animal. La infección se propaga rápidamente, prendiendo las alarmas de la Organización Mundial de la Salud y el Centro de Control de Enfermedades. Observamos sus intentos de contener el virus al que han llamado MEV-1, la reacción de la prensa y la forma en que todo esto afecta a una sociedad cada vez más frágil a causa de miles de muertes y un miedo que parece incontrolable.
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Inicialmente, parece que ver una película como esta en las circunstancias que vivimos es un acto de masoquismo. Observar las situaciones que viven los personajes, lo mucho que sufren los infectados y la forma en que las reglas de la sociedad se desmoronan ante la pandemia puede volver paranoica hasta a la persona más racional.
Es verdad que el virus MEV-1 del filme no se parece mucho a COVID-19. Aunque ambos se originaron en el lejano oriente y se propagan de formas idénticas, los efectos son diferentes. Se ha reportado que COVID-19 tiene un índice de mortalidad entre el 2% y 3%. Los ancianos y aquellos que sufren de problemas respiratorios son los principales grupos de riesgos y muchos infectados —incluyendo niños— no parecen sufrir los síntomas, los cuales incluyen tos, fiebre y dificultad para respirar. Por su parte, el 20% de los infectados con el ficticio MEV-1 no sobreviven por culpa de síntomas tan graves como convulsiones y encefalitis.
Pero lo interesante no está en las diferencias, sino en las coincidencias. Al escribir el guion de Contagio , el guionista Scott Z. Burns consultó a expertos epidemiólogos para asegurarse de retratar de forma realista cómo sería el mundo moderno en medio de una pandemia. El resultado es impresionante. Muchos de los elementos a los que hace referencia la película los hemos visto con nuestros propios ojos ahora que estamos ‘invadidos’ por el coronavirus.
Las escenas en las que el simple toque de la barra de un bus, el contacto con una mano, presionar el botón del ascensor y una persona estornudando causan la propagación de la enfermedad son absolutamente aterradoras. Nos convencen mejor que nada de lo mucho que tenemos que cuidarnos, pero también generan un miedo bastante alto a acciones simples que realizamos día a día.
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Las recomendaciones que hacen los expertos de la OMS y el CDC en la película son las mismas que han hecho realmente a la población en los pasados meses: practicar el distanciamiento social, lavarse las manos y evitar tocarse el rostro. El pánico generado, que ocasiona largas filas en farmacias y supermercados, también está bien retratado. Aunque en el filme nadie está acaparando papel higiénico, sí hay personajes que promueven la desinformación, teorías de la conspiración y mentiras. Si en 2011 WhatsApp hubiera sido tan popular como es ahora, seguramente también veríamos allí cómo engañan a personas mediante este medio para que crean que el virus se puede curar haciendo gárgaras con vinagre.
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Mientras la mayoría de películas sobre contagios y pandemias prefieren recurrir a los zombis para representar los efectos de la enfermedad y el colapso social , Contagio se apega a los hechos. Todo eso la hace sentir increíblemente real y por eso nos pone tan nerviosos. La actriz Gwyneth Paltrow, que interpreta a la ‘paciente cero’ del filme, hace poco publicó en Instagram una foto usando una mascarilla antes de hacer un viaje. También hizo una referencia a la película.
Ya dije que los nervios que causa esta película no se deben a la enfermedad en sí. El coronavirus COVID-19 —a pesar de su gravedad— no es tan mortal como el virus del filme. Pero la reacción de la sociedad a ambos sí ha resultado bastante similar. La cinta nos muestra la fragilidad de la decencia humana ante una situación desesperada. Sentimos que de las cuarentenas actuales al punto en que las personas están destruyendo supermercados y disparando a quienes se acercan a sus hogares hay unos pocos pasos. Esperamos que estos temores sean infundados y no lleguemos a esos extremos.
A pesar de la paranoia generada y de las lecciones que esta película trató de enseñarnos hace una década y a las que no hicimos caso, sí hay un elemento bastante positivo en ver Contagio hoy en día. Ver allí a los profesionales de la salud y gobiernos tomando el problema con la seriedad que amerita, dando consejos útiles y haciendo todo lo posible ante la adversidad por salvar la mayor cantidad de vidas da algo de esperanza. En la pandemia del COVID-19 hemos visto lo peor de la gente y a gobernantes ineptos a los que les quedó grande manejar una situación como esta. Pero también hemos visto a personas muy profesionales y algunas organizaciones darlo todo por el bien común.
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Al final de Contagio , los protagonistas logran crear una vacuna y parece que las cosas van a regresar eventualmente a la normalidad, pero nos recuerdan que todo ese horror comenzó por un árbol talado y una persona que no se lavó las manos.
Lávense las manos.
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