Hay muchas razones para justificar el éxito de las películas de Misión Imposible; por un lado tenemos la nostalgia que causa en aquellos que vieron la serie de los 60 o la de los 80 (especialmente por su icónico tema musical). También puede ser por sus emocionantes escenas de acción o por las infiltraciones llenas de tensión y alta tecnología que realiza el equipo liderado por Ethan Hunt. Pero hay una razón más, algo en lo que tal vez no pensamos mucho pero que puede ser la razón por la que disfrutamos tanto de estos filmes: Nos gusta mucho ver sufrir a Tom Cruise.
Por Julián Ramírez // @Sir_Laguna
No es una broma. Desde la tercera película de esta saga se hace cada vez más énfasis en las escenas en que el protagonista se encuentra en peligro, se cae, se golpea o es torturado y esto se ha visto reflejado incluso en los tráilers. Misión Imposible encontró su identidad en el dolor de Tom Cruise, y esto es perfecto ya que durante mucho tiempo estos títulos no lograban definir su personalidad ni la de su personaje principal: El agente Ethan Hunt.
Las series de televisión en las que está basada son hijas de la guerra fría. La tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética originó la gran mayoría de sus historias hasta que un grupo criminal llamado “El Sindicato” se convirtió en el villano coincidiendo con la pérdida de rating. A mediados de los 90 cuando se estrenó la primera película, ya no había Guerra Fría y aún no había comenzado la llamada “Guerra contra el terrorismo”. ¿Quiénes iban a ser los villanos de una historia de espías como esta? ¿Cuál sería la señal de identidad de esta franquicia de ahora en adelante?
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Inicialmente se decidieron por convertir en villanos a los mismos agentes del IMF: Primero es uno de ellos que ya no encuentra sentido a su trabajo sin la guerra fría y decide hacer dinero a costa de sus compañeros. Luego hay un traidor que decide usar las habilidades que le ha enseñado el Tío Sam para... también hacer dinero. Sin un villano internacional como el comunismo o el “terrorismo islámico”, Estados Unidos se ve invadido de una vanidad que le hace creer que nadie puede con ellos, así que se convierten en su propio rival. Esto es algo que también hacen otras historias como las de Jason Bourne.
Pero no les estaba resultando bien del todo. A pesar de que las dos primeras películas de Misión Imposible fueron enormes éxitos de taquilla, la crítica las recibió con dureza, especialmente a la segunda, que en su afán de presentar escenas de acción exagerada y de hacer lucir bien a Tom Cruise terminaba siendo bastante ridícula.
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Cuando se le entregó Misión Imposible 3 al director JJ Abrams para que arreglara la franquicia, pasó algo curioso. Además de dotar a Ethan Hunt de personalidad, decidió humanizarlo a través del sufrimiento. Despojarlo de esa imagen de “superhéroe” al que nunca le pasa nada malo que se pretendió darle en Misión Imposible 2 . Aquí Ethan pierde seres queridos, es torturado emocional y físicamente, es arrojado con fuerza contra un automóvil e incluso muere (es revivido a los pocos segundos, pero muere), y el público sorpresivamente respondió muy bien a eso. Algunas de esas escenas se volvieron muy reconocidas y llegaron a ser muy parodiadas.
Hollywood entendió el mensaje y por supuesto aumentó aún más el sufrimiento de Tom Cruise en Misión Imposible: Protocolo Fantasma . Allí sí que le vemos ser golpeado y maltratado durante toda la película, y no solo eso, sino que literalmente todo le sale mal: sus misiones fracasan, la tecnología les falla y los villanos se les escapan. Esto es genial para la audiencia, pues agrega muchas capas de tensión el saber que los héroes pueden fallar en grande y no pueden dar el éxito por seguro (esta también es la película que revive un poco los temas de la guerra fría, ya que el villano quiere disparar un misil nuclear ruso hacia Estados Unidos).
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Casi lo mismo ocurre con Misión Imposible: Nación Secreta, donde de nuevo es atropellado, arrojado, ahogado y golpeado hasta límites absurdos. Solo hay que comparar la persecución en moto de esta película con la de la segunda entrega de la saga. Allí se le pretendía hacer ver “cool”, con gafas de sol, chaqueta de cuero y movimientos precisos, pero aquí tiene una camisa ridícula, se lastima las rodillas y sufre un accidente... y es mucho mejor gracias a eso.
Para Tom Cruise participar en películas así tiene una razón clara: La crisis de la mediana edad. A pesar de ser un héroe de acción, él no es un hombre joven y se encuentra más cerca de los 60 años de edad de lo que creíamos. Misión Imposible, Jack Reacher y demás películas de acción en las que participa le permiten demostrar una fisicalidad que la sociedad nos dice que se ha perdido en las personas de esa edad y él quiere que sepamos que se mantiene en forma, que veamos lo rápido que aún puede correr y lo alto que puede saltar. Las escenas en que escala Burj Khalifa, bucea aguantando la respiración por más de tres minutos o se sube a un avión en pleno vuelo agarrado de la puerta son muy emocionantes para la audiencia, pero también son una forma de Cruise de probarse a sí mismo, filmando sin doble de riesgo.
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Y por si fuera poco, lo vemos sufrir, y sufrir mucho.
Porque no importa lo carismáticos que sean sus personajes y lo mucho que empaticemos con Ethan. No importa que creamos en el peligro que corre al ver miedo en sus ojos cuando se da cuenta de lo que tiene que hacer porque nadie más va a hacerlo, y cuando le vemos estar al borde de la muerte, lo gozamos. ¿Por qué ocurre esto?
Porque en realidad no queremos a Tom Cruise.
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Podemos reconocer que es un actor talentosísimo, sí, pero en la vida real ha demostrado ser un hombre bastante fastidioso (o al menos eso es lo que han dejado ver los medios). Su asociación con la controversial iglesia de la cienciología, su posición frente a los medicamentos psiquiátricos y sus sonados fracasos románticos le han hecho ganar la desconfianza del público, que no puede evitar sonreír cuando ve que este hombre tan aparentemente desagradable la está pasando mal, así sea en una obra de ficción. Incluso hay una excelente película de ciencia ficción, Al filo del mañana, en que la principal atracción es verlo morir una y otra vez pues está atrapado en un loop temporal.
Y claro, no podemos olvidar el pequeño detalle de la envidia que siente buena parte de la audiencia masculina hacia él. A pesar de todo, Cruise sigue siendo bastante atractivo, y desde los 80 su apariencia le ha valido acusaciones de homosexualidad de parte de espectadores que sienten su masculinidad amenazada por el sex appeal, talento y dinero de este señor. Así que cada golpe que recibe en un film es una sonrisa que causa en esta clase de hombres.
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Si ponemos atención al tráiler de Misión Imposible: Repercusión (en cartelera desde el 26 de julio ) notaremos que la tendencia se mantiene. Ethan sigue siendo víctima de toda clase de abuso y partícipe de las situaciones más riesgosas posibles, y nosotros, como audiencia, seremos muy felices por eso.