Para 2024 los Premios Óscar cambiarán su criterio de selección. Las películas que quieran aspirar al premio a Mejor Película tendrán que cumplir requisitos de representación e inclusión e integrar a sus equipos a personas pertenecientes a minorías étnicas, raciales, de orientación sexual y/o con alguna discapacidad, tanto al frente de la cámara como detrás de ella. ¿Cambiará el mundo del cine comercial?
Por Mauro Rivera @CINEsfuerzoblog
El 29 de febrero de 1940 Hattie McDaniel ganó el premio Óscar a Mejor Actriz de Reparto, convirtiéndose en la primera afroamericana en conseguir la estatuilla. Sin embargo, no le fue permitido compartir la misma mesa con el resto del elenco de Lo que el viento se llevó , por políticas segregacionistas del hotel en que se realizó el evento y tuvo que sentarse en un rincón del salón ceremonial. Al final de la gala, todo el equipo de la película se dirigió a un club para festejar la premiada noche -10 óscares-, pero McDaniel no pudo entrar a la recepción, pues este sitio era muy estricto con su política de no dejar entrar a personas negras.
Pasaron 50 años para que otra mujer negra, Whoppi Goldberg , se alzara con otra estatuilla en la misma categoría.
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Este solo fue uno de los tantos casos en que los más populares premios del cine mundial han sido reflejo y parte de lo que está mal en asuntos de inclusión y representación en la industria del cine. Ante esta realidad, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas ( AMPAS por sus siglas en inglés), organización que entrega los reconocimientos, anunció el pasado martes 8 de septiembre que para 2024 las películas que quieran aspirar al máximo reconocimiento , Mejor Película, deberán cumplir con unos requisitos que buscan mayor representación e inclusión de personas que pertenezcan a minorías étnicas, raciales, de orientación sexual y/o con alguna discapacidad, tanto al frente de la cámara como detrás de ella.
Desde la polémica de 2015 generada por el #OscarsSoWhite, en que se le llamaba la atención a la Academia por la falta de diversidad racial en sus nominaciones, la AMPAS organizó varias varias acciones como ampliar su base de miembros votantes con mayor diversidad, extendiendo invitaciones a la actriz transexual chilena Daniela Vega, protagonista de Una mujer fantástica, y a la actriz de origen mixteco Yalitza Aparicio, protagonista de Roma , por dar unos ejemplos.
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Con todo y eso, hay un contraste con la representación frente a cámaras y la inclusión detrás de cámaras, que aún no muestra mejora. Prueba de ello es que en 2019, de acuerdo a un reporte al respecto de la Universidad del Sur de California , la representación racial en el cine norteamericano fue dominada por gente blanca con un 65,7%, mientras que para los negros fue de un 15,7%, latinos 4,9%, asiáticos 7,2% y otras 6,6%. ( Reporte completo aquí )
¿De qué se tratan estas nuevas políticas?
Inspirados por las políticas inclusivas de financiamiento y educación del BFI (Instituto Británico del Cine) y con el objetivo de “reflejar la diversidad global tanto en la creación de películas como en las audiencias que se conectan con ellas”, la Academia exigirá a las producciones que aspiren al máximo premio en 2024, que cumplan con al menos 2 de las siguientes 4 categorías: la primera busca que se incluyan más actores protagónicos o de reparto (significativo) que pertenezcan a alguna minoría subrepresentada o que cuenten con una participación de al menos el 30% en roles secundarios y menores, o que la historia/temática de la película esté centrada en alguna de estas comunidades .
Para las otras 3 categorías que buscan inclusión detrás de cámaras se invita a que distintos departamentos artísticos sean liderados o compuestos por al menos 30% de las comunidades señaladas y se agrega la posibilidad que los departamentos dirigidos por mujeres cuenten. En la tercera categoría, se invita a vincular minorías en prácticas profesionales remuneradas y entrenamiento profesional. Finalmente, en la cuarta categoría, con criterios similares se pedirá representación significativa en los departamentos de distribución y mercadeo. ( Las condiciones completas se pueden consultar acá )
¿Corrección política, censura creativa o progreso?
Desde luego, hay reacciones a favor y en contra de estas nuevas políticas de elegibilidad, pues el impacto de este anuncio, como un poliedro, tiene muchas caras.
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Por un lado, varios miembros de la AMPAS expresaron su respaldo a la iniciativa, como el protagonista de Tenet, John David Washington, quien afirmó que “es un cambio muy positivo”, o el argentino Axel Kuschevatsky, que señaló “como productor respaldo totalmente los nuevos estándares de inclusión y representación para participar en los Óscar”. De igual manera, la activista creadora del hashtag #OscarsSoWhite, April Reign, celebró este anuncio, aunque advirtió: “Este es otro paso adelante hacia la igualdad e inclusión, pero aún estamos lejos”.
‘Parasite’: alimentándose de la otra especie Por otro lado, figuras como la actriz Kirstie Alley , en un tweet que borró, calificó a estas nuevas condiciones como “una desgracia para todos los artistas”. El actor James Woods solo dijo: “Locura”. Por su parte, en redes sociales se encuentran opiniones como estas: “Esto es peligrosísimo para la calidad del cine, ¿qué pasará entonces con una película ambientada en la Edad Media?” o “Los críticos del futuro, comentando el Óscar a la mejor película: la película es un truño, pero de una corrección política espectacular".
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Para otros, especialmente periodistas que cubren el sector industrial del cine y académicos de la Universidad del Sur de California, miembros de la “ Iniciativa de inclusión Annenberg ”, estos son pasos aún muy tímidos para lograr la verdadera inclusión y representación deseada en la industria del cine, pues varias de las categorías exigidas ya se cumplen desde hace mucho tiempo, y afirman que, por ejemplo, es muy común ver a mujeres liderando departamentos de maquillaje, vestuario o casting, y además resaltan: “Para la categoría A (que impulsa la representación en la pantalla) 95 de las 100 películas más taquilleras de 2019 cumplen con este requisito. (…) Es el status quo”.
Otra voz que se ha oído, y puede que sea la más importante en este debate, es la de las minorías a quienes estas políticas pretenden beneficiar. “Cerca de 1 persona de cada 5 en EEUU tiene discapacidad. En el cine tan solo 1 de cada 50 personajes con diálogo en una película tiene una discapacidad. La representación importa”, trinó el periodista con discapacidad auditiva Bobby Siebert.
No obstante, surgen más preguntas sobre la iniciativa. Por ejemplo, si alguien que tiene todo el derecho a ocultar su orientación sexual, ¿ahora debe hacerla pública a favor de una producción? También surgen preguntas por la forma en que podrían a llegar ser representados en la pantalla grande: “Son buenas ideas, pero espero que sean bien hechas. No quiero ver más historias de brutalidad policial o películas de trauma homofóbico. Hagan historias sobre personajes diversos que no giren alrededor del trauma de su identidad”, opinó la usuaria @laurellnarelle quien se identifica como queer.
La idea que más debate ha generado, especialmente entre los que solo se han quedado con la primera categoría de “Representación, narrativas y temas en la pantalla”, se refiere a esta iniciativa como censuradora, ya que sugieren que esto es imponerle un “deber ser al arte”, lo que algunos califican como la corrección política arruinando la libertad creativa.
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Estos reclamos, sin embargo, pueden ser fácilmente desestimados, pues, participar por un Óscar o ganarlo no es un requisito obligatorio para crear. En el caso que la película esté ambientada en el tiempo de los vikingos o en una corte europea del siglo XIX, la película fácilmente podría cumplir con los requisitos exigidos detrás de cámaras para ser elegible al “premio mayor”, dado que son tan solo 2 de las 4 categorías las que deben cumplirse. Además, cuando se señala la representación en pantalla de personas pertenecientes a alguna de estas minorías, ¿por qué asumir que esta acción incluyente está en detrimento de la calidad?
Desde luego, en años recientes abundan ejemplos de películas “incluyentes” que por razones comerciales representan a una comunidad minoritaria y terminan repitiendo estereotipos unidimensionales, algo que es responsabilidad más del equipo creativo que de la idea de inclusión per se.
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Además, si la creación artística no da lugar al cumplimiento de alguna de estas condiciones, la producción podrá participar en las otras 22 categorías de los Óscar. O simplemente -y con algo de sensatez- puede optar por no buscar aprobación alguna de unos premios que desde hace mucho tiempo viven una crisis de legitimidad.
También se ha afirmado que estos cambios deberían darse de forma natural, pero haciendo un paralelo con las teorías económicas, el liberalismo sugería que el mercado se regularía solo y, como la realidad lo ha demostrado, el pronóstico nunca se cumplió. Lo que sí es cierto es que las cifras recientes del cine norteamericano demuestran que la esperada inclusión y representación de la diversidad tampoco ha llegado y necesita un empujón.
Así, a pesar que aún son desconocidos los efectos de estas políticas, son avances significativos para una industria que ha sido paquidérmica ante el cambio, pero que empieza a repensarse, a intentar curar una deuda histórica y que reconoce su poder como una de las plataformas de mayor recordación en el planeta para enviar un mensaje de equidad a la humanidad. Será un camino largo, pero tal como lo resaltó uno de los líderes de la Academia al ser entrevistado sobre estas nuevas medidas: “¿[Son] Perfectas? No. ¿Son un progreso? Absolutamente” .
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