La nostalgia y el reencauche son la tendencia. Por eso, siguiendo esa corriente, Amazon Prime revivió Yo soy Betty, la Fea .
La telenovela, que batió récords de audiencia y de adaptaciones en el mundo, vuelve para contarnos qué ocurrió con el matrimonio de Beatriz Pinzón Solano con Armando Mendoza .
Aunque Betty sigue siendo un éxito en la actualidad, y las plataformas de streaming compiten por los derechos de reproducción, sus espectadores cuestionan ciertos comportamientos de la época, como el machismo, el racismo, el clasismo, el abuso emocional, la explotación laboral e incluso el acoso sexual .
Además, la moda y la industria textil han cambiado significativamente como industrias desde su primera emisión.
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A finales del siglo XX y principios del XXI, la industria textil se orientaba hacia la producción y democratización de la moda, tal como se reflejó en la telenovela en su desenlace.
No obstante, en los últimos años, la industria textil en Colombia ha enfrentado un declive prolongado que se inició en la década de los años 70 y que ha llevado prácticamente a su desaparición .
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Entonces, ¿qué podemos esperar de esta nueva versión si tantas cosas han cambiado?
La respuesta es incierta, pero la serie nos puede ofrecer una oportunidad para reflexionar sobre estos cambios en la sociedad y la industria a lo largo del tiempo, explorando cómo evolucionaron las dinámicas de género, el mundo laboral y la moda.
Esta nueva versión de Yo Soy, Betty la Fea podría abordar estos temas con respecto a la actualidad, manteniendo así el espíritu de la historia original mientras se adapta a nuestros tiempos.
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Betty, después del #MeToo
A finales del siglo XX, el romance entre Betty y Armando era considerado el idilio perfecto. Betty, una mujer de clase media, se destacaba por su esfuerzo y dedicación; mientras que Armando , un joven ingeniero industrial y heredero del imperio de sus padres, disfrutaba de una vida lujosa.
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Colombia estaba cautivada por la historia de cómo Armando se enamoró de Betty, como ocurrió con personajes como Sebastián Vallejo y Gaviota en la telenovela Café, con aroma de Mujer . Al final, Armando no podía imaginar su vida con nadie más que no fuera Betty.
En aquel entonces, Marcela Valencia, la novia y prometida de Armando, era vista no solo como la antagonista, sino como la arpía en la trama .
Sin embargo, la sociedad colombiana ha llegado a comprender con el tiempo que Marcela Valencia no fue la villana en esta historia. Era Armando, que resultó ser un hombre mujeriego, machista e incluso misógino.
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Aunque algunas personas cuestionan el papel de Betty en este triángulo amoroso, lo que sí es evidente es que Armando jugó con los sentimientos de Marcela y Betty.
Hoy, después de 23 años, un personaje como Armando Mendoza sería completamente inaceptable, gracias, en parte, al movimiento #MeToo. Es difícil que, a estas alturas, Armando siga siendo un modelo a seguir o el objeto de deseo de la audiencia.
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No quiero dejar de lado a Nicolás Mora, que, aunque se ve muy inofensivo con su estereotipo de nerd noventero, se aprovechó de Patricia Fernández cuando le prometió darle el dinero para recuperar su Mercedez Benz y al final se acostó con ella , pero le quedó mal.
La “rubia despampanante” llega a decirle a Marcela “Marce, ¡yo siento que me vi*laron!”.
¿Ecomoda se habrá quebrado?
El sello de las producciones televisivas de los 90 en Colombia es su capacidad para ilustrar la vida cotidiana de las empresas e industrias en un país que experimentaba una reciente apertura económica y una nueva constitución.
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En primer lugar, tuvimos Café, con aroma de mujer ; seguida por Hombres, que nos mostraba el mundo de la la Bolsa de Valores; y también Guajira, centrada en El Cerrejón y los problemas del agua y territorio, novela en la que Carolina Sabino hacía de indígena wayuú.
Naturalmente, hacía falta explotar la cotidianidad de una empresa de la industria textil, transmitiendo la imagen de "fortaleza" que, al menos en el imaginario colombiano, siempre ha estado asociada a este sector .
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Sin embargo, la realidad es otra. Esta industria ha enfrentado constantes crisis, concordatos, reestructuraciones y otros desafíos desde la década de los 70, incluyendo las plagas del algodón, la violencia, el desplazamiento forzado, la creciente competencia de la industria textil asiática y malas administraciones .
Al iniciar el nuevo milenio, la prensa nacional informaba que 1999 había sido el peor año para la industria colombiana en toda su historia. ¿Las razones?
La falta de crédito, los inventarios elevados y la baja demanda debida al incremento del desempleo. Todo esto condujo a una recesión. La ANDI afirmaba que la industria del país había disminuido un 8,4%, con una caída del 7% en las ventas, y los productos textiles estaban entre los más afectados.
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Betty , a pesar de situarse en medio de esta crisis, parecía ajena a la realidad de la industria colombiana. Aparentemente, esta no la había afectado, ya que el problema en Ecomoda era más de índole moral y ético.
Armando se impuso metas imposibles para ganar la presidencia de Ecomoda, y cuando se vio acorralado, recurrió a maquillar informes, embargar la empresa a través de una empresa ficticia (Terramoda) y comprar telas más baratas, que resultaron ser de contrabando.
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Esta última práctica era altamente coyuntural y problemática, pues en ese entonces la DIAN intensificó su control y presencia en las empresas colombianas, abordando no solo el contrabando, sino también el uso ilegal de software en las compañías .
Volviendo al presente, en los últimos veintitrés años, empresas textiles como Tejicondor y Coltejer han desaparecido, y solo la resistente Fabricato ha logrado mantenerse y mejorar su desempeño en el último año .
A esto se suma el fenómeno del fast fashion, que ha experimentado un crecimiento considerable en los últimos años.
¿Pudo Ecomoda haber sobrevivido a esto? Ya lo averiguaremos.
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¿Una sociedad más igualitaria?
Betty es actualmente una de las series más populares en streaming, y a pesar de que los colombianos le tenemos un cariño especial (yo hasta hice mi tesis de grado sobre esta telenovela), no podemos evitar notar el machismo, clasismo, racismo y desigualdad presentes en su guión.
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Cuando hice mi tesis, una de las sorpresas que encontré fue la falta de desarrollo y el racismo (Patricia la llama “Cafesin”) hacia el personaje de Mariana, el único personaje negro en la serie.
Mariana no cuenta con una historia de fondo y, lamentablemente, su personaje parece ser reducido a estereotipos, como su asociación con lo esotérico (la lectura de cartas) y su vestimenta con estampados coloridos y pareos, como si estuviera en la playa.
La representación de Mariana es, en definitiva, un cliché, un estereotipo imaginado por un guionista bogotano que no aborda adecuadamente la diversidad .
Además, es interesante observar cómo la figura de la secretaria ha desaparecido de muchas empresas con el avance de la tecnología.
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¿Qué ha sucedido con el famoso "cuartel de las feas"? ¿Han avanzado en sus carreras dentro de la empresa?
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Mientras las secretarias de Ecomoda luchaban por estirar sus salarios mínimos para poder sobrevivir, los Mendoza, los Valencia y otros ejecutivos, como Mario Calderón, disfrutaban de una vida lujosa y privilegiada.
Existen muchas incógnitas que esperamos resuelva la nueva versión de Betty .
¿Se habrán producido cambios significativos en la representación de los personajes y en la trama para abordar cuestiones de género, raza y desigualdad? ¿Se habrá adaptado la historia al cambio de la sociedad y de la industria laboral en Colombia?