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La película 'Spider-Man: Sin camino a casa' llegó para corregir el rumbo que las películas de este superhéroe habían tomado respecto a sus villanos. Les contamos por qué.
Cuando Batman llegó a los cines en 1989, hizo algo impensable para los fanáticos de los cómics. El Guasón (archienemigo de Batman) muere al caer de una torre. Lo mismo pasó con El Pingüino en la siguiente película. Poco más de una década después, las primeras películas de Spider-Man siguieron su ejemplo, acabando con villanos populares como el Duende Verde y el Doctor Octopus.
En los cómics de superhéroes, especialmente los de DC y Marvel, es bastante inusual que los villanos mueran. Es comprensible que los autores quieran mantenerlos siempre disponibles para una aparición. Además, los personajes más heroicos suelen oponerse a la idea de matar, incluso a los seres más malvados.
Puede que nuestro lanzarredes favorito no haya acabado directamente con las vidas de sus enemigos en el primer par de películas protagonizadas por Toby Maguire, pero no hacer todo lo posible por salvarlos no es algo que represente al hombre araña.
Ahora, casi 20 años después de que el Duende Verde fuera empalado por su propio deslizador, Spider-Man: Sin camino a casa llega para corregir el rumbo que sus películas habían tomado respecto a sus villanos.
En Spider-Man se profundiza en el trasfondo de los villanos, en las “condiciones” que sufren estos personajes y que los llevaron por el “mal camino”.
La idea de “curar” a estos personajes encaja con la idea de justicia restaurativa que se opone a la filosofía de la justicia punitiva. Esta busca reformar a las personas que cometen crímenes y eliminar las causas socioeconómicas que animan a delinquir.
En las películas de superhéroes, estos suelen detener la batalla un momento para pedirle a su enemigo que “se detenga o arrepienta de lo que hizo”. Una rápida negativa suele ser justificación suficiente para que los golpes continúen, a veces con consecuencias fatales.
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