Solo Leveling y Jujutsu Kaisen nos enseñan nuevas ideas sobre la política y el poder

Los tiempos del anime están cambiando. Tanto es así, que las nuevas obras son cada vez más críticas de sus propios esquemas. Jujutsu Kaisen y Solo Leveling son animes épicos como los clásicos Dragon Ball, Naruto o One Piece.

Los últimos tres son eso, clásicos: sin el impacto de ese anime heroico no se entiende buena parte de la cultura mainstream de nuestra generación.

Uno creería que, por lo mismo, sus sucesores son historias tan trilladas como las del universo cinematográfico de Marvel. Pero, así como The Boys, Invincible, Deadpool o Logan han puesto de cabeza el mundo de los superhéroes, Jujutsu Kaisen y Solo Leveling están dando giros innovadores a la épica asiática, siguiendo los pasos de genialidades como One Punch Man.

La primera temporada de ese manga/anime partió en dos la historia de este tipo de narrativas animadas a través de su protagonista, Saitama.

Saitama no tenía un gran arco de entrenamiento que justificara su fuerza, o un motivo emocionalmente denso que explicara su determinación: luego de que todo el mundo sufriera las grandes batallas a las que estábamos acostumbrados, él llegaba y de un solo puño, sin mayor esfuerzo, derrotaba a villanos que para los demás parecían dioses. De repente, a pesar de la victoria, toda la épica había sido en vano.

La diferencia de Jujutsu Kaisen o Solo Levelling con esta historia crítica de los tropos del anime, es que estas dos obras de las que hablamos están mucho más cerca de ser creepypastas que sátiras.

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La disrupción que logran viene de que las tramas de ambas hacen dos preguntas a las fantasías de poder: 

¿Qué pasaría si se nos dan las herramientas para ser progresiva e indefinidamente más poderosos?

¿Qué hacer ante la realidad de que a mayor poder tiene alguien, es más probable que haga el mal a mayor escala?

Pero antes de responderlas, pensemos en otra pregunta:

¿Para qué sirven las fantasías de poder?

Para pensar en lo que implica su carencia, y explorar cómo la ética humana se transforma según las relaciones de poder entre unos y otros.

Hace unos 2400 años, Platón sembró la semilla de esta discusión en La República.

El filósofo presentó a su audiencia un caso hipotético para pensar en lo que el poder implica sobre los humanos. El escenario era aceptar como fáctico el mito del Anillo de Giges, un poderoso artilugio que haría invisible al que lo usara.

El mito demostraba cómo cualquier hombre que alcanzara un poder que lo separara definitivamente del resto, en ausencia de la posibilidad de que fuese castigado, daría rienda suelta a su maldad “natural”.

Ese ejercicio platónico inspiró a todo el mundo occidental: desde el Señor de los Anillos de Tolkien pasando por El hombre invisible (tanto el libro de 1897 como la película de 2020) hasta ensayos académicos sobre lo que el anonimato de las redes sociales ha desatado en términos de violencia política.

En contraposición, los personajes épicos de la animación occidental —tan enfocada históricamente en los niños como audiencia— llevan más de un siglo intentando hacer cuajar la idea contraria para fines pedagógicos. 

Por ejemplo, Superman defiende la tierra y se rige por un estricto código ético, que nunca piensa quebrar a pesar de sus superpoderes inigualables.

Hablando de los clásicos del anime, Naruto es la historia de cómo un “niño demonio” que todos en su pueblo humillan pasa a ser al máximo líder del mundo ninja gracias a que logra domesticar, vía el amor y la comprensión, al espíritu mitológico que tiene adentro.

Pensar, como hacen estos dos animes, en nuevas maneras de concebir el poder y sus implicaciones, es esencial para construir nuestras propias ideas sobre la política y el poder.

Pero su éxito también tiene que llevarnos a preguntarnos cuál es el origen del interés de los fans del anime —despectivamente llamados otakus— por las historias que fantasean con que un oprimido pueda obtener el poder suficiente para incluso hacerse opresor.

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Les contamos de qué van para que se animen a verlas.

Solo Leveling

Solo Leveling es un anime coreano creado por Chu-Gong. No nació como manga —impreso y ceñido al formato de viñetas— sino que es el webtoon pensado para leerse en celular (manhwa) más exitoso de la historia.

Su historia original empezó en 2018 y concluyó en 2021. En febrero de 2024, su muy esperada adaptación al anime fue publicada.

En el mundo de Solo Leveling portales misteriosos llevan años apareciendo en lugares aleatorios del planeta. En ellos hay hordas de monstruos y minerales tan poderosos y de uso tan sostenible que su descubrimiento desplaza inmediatamente al petróleo como eje de la economía mundial.

Al tiempo de la aparición de los portales, muchas personas del común empezaron a notar que ahora tenían poderes. Por ello, se crean multinacionales dedicadas a organizar y gestionar expediciones de estos “cazadores” al interior de los portales, de modo que derroten a los monstruos y extraigan los minerales.

A más amenazante el portal, mayor la posible recompensa monetaria. Pero, sin importar cuántos desafíos enfrenten o cuánto entrenamiento lleven a cabo, los poderes de los “cazadores” son, como regla general, los mismos que obtuvieron al momento de la aparición de los portales.

Sung Jinwoo es el más débil de toda esta nueva clase social. Lo llevan a los portales solo para completar el cupo y, una vez adentro, él se esconde hasta terminada la misión. Un día, una misión que prometía ser fácil terminó llevando a su escuadrón a un antiguo templo lleno de monstruos virtualmente invencibles.

Sung sobrevive milagrosamente. Una vez despierta, empieza a ver ventanas emergentes idénticas a las que señalan los objetivos de los videojuegos. Estas le indican que cumpla ciertas tareas a cambio de recompensas. Pronto, entiende que esas recompensas incluyen la posibilidad única de que, a través de esfuerzos adicionales, sus habilidades mejoren.

Es decir: imagínense que todos a su alrededor fueran personajes genéricos, que no evolucionan, salvo ustedes mismos, personajes principales de su propio videojuego de rol.

Lo loco con esta serie no es que haya una lectura crítica de lo que sucede en las demás épicas, sino que está completamente vaciada de cualquier giro melodramático o reflexión sobre la justicia. Pero en ese vacío puede que veamos la respuesta a la pregunta por lo que traen la posibilidad y la libertad para hacerse progresiva e indefinidamente más poderoso.

La brujería del pesimismo: Jujutsu Kaisen

Jujutsu Kaisen es originalmente un manga creado, escrito e ilustrado desde 2018 por Gege Akutami —seudónimo que oculta el nombre real del autor. A diferencia del anterior, su historia no ha concluido, y cada nuevo manga ha disputado los puesto de más vendidos del mundo.

Japón está plagado de “maldiciones” a las que una sociedad de hechiceros hace frente. En medio de un ataque de estos monstruos, Yuji Itadori se come accidentalmente uno de veinte dedos de Sukuna, el demonio más temido de todos los tiempos.

Los dedos funcionan como reliquias y cárceles que contienen a ese rey de las maldiciones.

Por lo general, nadie soportaría que uno solo de ellos entrara a su cuerpo. En cambio, haber comido ese dedo dota a Itadori de poder. Pronto descubre que ese fortalecimiento es proporcional al aumento del dominio de dicho demonio sobre su cuerpo.

Satoru Gojo, el más poderoso de los hechiceros —y uno de los personajes más interesantes— le propone un plan.

En vez de matarlo en el acto para ahorrarse algún lio con Sukuna, podrían ser veloces e ir en búsqueda de todos los dedos restantes para que los trague y, así, aprovechar su resistencia para matarlo a él con Sukuna totalmente contenido en su cuerpo, de manera que su muerte sea definitiva y el mundo quede libre de las maldiciones. Yuji accede.

Jujutsu Kaisen ha recibido aplausos de crítica y público por su diseño de personajes, su original lógica de poderes —que fusiona teoría física, hechicería y religión— y, sobre todo, por su narrativa en la temporada que arrasó con todo el año pasado.

El “arco Shibuya” es todo lo opuesto a Naruto, y da un giro brusco a los tropos establecidos en los clásicos: el héroe de la historia entiende por las malas, y a través de algunas de las escenas mejor y más violentamente animadas que haya visto, que pretender controlar al diablo que lleva dentro es como intentar detener un tsunami en vez de cuidar de él a quienes ama.

La respuesta del manga sobre qué hacer ante el potencial mal infinito que cargamos en nuestro cuerpo finito y limitado está aún por responderse, pero están a tiempo para ponerse al día con anime y manga antes de que se publiquen más episodios.

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