No importa el lugar desde el que trabajemos o existamos, el machismo nos persigue. Sea en el deporte, la academia, la salud, el mercado o en el arte nos encontramos rodeadas de espacios que nos obligan a tomar acciones entre mujeres. El colectivo feminista REC Sisters está haciendo la tarea desde el mundo audiovisual.
Por Daniela Trujillo
De la necesidad de generar espacios seguros para todas nació REC Sisters , un colectivo de mujeres trabajadoras en la industria audiovisual que velan por erradicar el acoso sexual y laboral y abogan por la construcción de una labor equitativa.
El colectivo se gestó alrededor del 2018 cuando se juntaron cuatro mujeres del departamento de cámara para crear redes de apoyo. Su primer movimiento fue la realización de una encuesta sobre uno de los temas que encontraban con más recurrencia dentro del gremio audiovisual: el acoso.
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Las mujeres encuestadas fueron 147. En su totalidad afirmaron que, en algún momento de su ejercicio, sufrieron situaciones de acoso, hostigamientos o abusos dentro del mundo laboral . El colectivo fue oficialmente lanzado con este resultado, cuya primera respuesta era encender las alarmas.
Sin embargo, las mujeres detrás de esta labor aseguran que no es el único asunto a tratar. Pese a que es una de las grandes problemáticas, cosas como la desigualdad salarial o los puestos a los cuales pueden acceder con mayor dificultad las mujeres (como cámaras, sonido, luces y fotografía) siguen siendo un tema de conversación.
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Incluso, más allá de eso, también entienden la importancia de replantear el cómo se está aún representando a las mujeres dentro de los productos audiovisuales, qué se cuenta de ellas y qué se muestra.
Por otro lado, para ellas es primordial entender que la industria se debe atacar más allá del espacio laboral. Por ello, es importante llevar estas reflexiones a las aulas de clase, en las que se ven más mujeres en comparación con las que llegan a ejercer.
Muchas aseguran que desde las aulas ven la réplica de las actitudes machistas que se amplían en el mundo laboral, donde se les comenta muchas veces cosas como que deben “acostumbrarse” a recibir menores pagos que los hombres.
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Si bien en la base de las REC Sisters trabajan 10 compañeras, no solo del departamento de cámara, sino también diseñadoras de ambientación, productoras, directoras y demás, la comunidad se ha extendido y hoy participan más de dos mil personas.
En esta juntanza se sumaron organizaciones como la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas , ASOCINDE (Asociación Colombiana de Productores Independientes del Cine y el Audiovisual), ASCAD (Asociación Colombiana de Ayudantes de Dirección) y más.
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Fue en un trabajo conjunto que lograron crear el decálogo de las buenas prácticas , lanzado durante septiembre de 2020.
El decálogo abarca soluciones o puntos de partida para erradicar situaciones comunes dentro de su industria. Puntos como el respeto y la comunicación , que deberían ser acuerdos preestablecidos básicos en cualquier ambiente laboral, hasta acciones como evitar el hostigamiento o comprender la importancia del no , se abordan en este llamamiento a la equidad y tranquilidad de la industria audiovisual.
Aunque su trabajo ha sido amplio y comprometido, se reafirman en el constante crecimiento y reflexión de la praxis feminista, tanto individual como colectiva. Uno de sus puntos centrales es la educación y constante cuestionamiento como eje transformador. Así lo afirman Lina Rizo y Mónica Hernández , ambas miembros activos del colectivo:
“Tras un cese de nuestras actividades, que trajo consigo la crítica y la autocrítica, el reconocimiento de que no todo está dado y que es necesario aceptar el error para poder hilar juntas, asumiendo las consecuencias de nuestros actos, hoy afirmamos el compromiso que nos llevó a creer en la juntanza, en 'insistir en lo que nos une y prescindir de lo que nos separa' para caminar más fuertes y con los pies en la tierra, arrancando de raíz todo aquello que no nos permita ir hacia la transformación. Nuestro llamamiento es a continuar tejiendo la digna rebeldía desde cada uno de nuestros espacios”
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La organización que les ha permitido accionarse y cubrir ampliamente sus labores se rige a partir de tres pilares:
1) La prevención: ejecutan procesos de formación que puedan evitar a toda costa que se perpetúe alguna violencia. La formación, según cuentan, debe estar a la mano de todos, no solo de las mujeres, sino también del resto de miembros que rodean y trabajan al igual que ellas en los espacios. Segregar estas enseñanzas impide generar canales de comunicación eficaces para con todos.
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La enseñanza es tanto para ellas como colectivo, donde han crecido en conocimientos sobre feminismo, diversidad, autoestima y demás, como para los miembros de la industria, donde se les enseña a evitar prácticas interiorizadas y machistas que afectan a todos.
2) La detección: identifican las situaciones problemáticas y violentas que puedan acarrear consecuencias para con otras compañeras
3) La atención: brindan ayuda por los conductos y diferentes canales a los que puede acudir una víctima en caso de ser violentada. Para ello han recibido asistencia de abogados con diferentes enfoques y otros profesionales, que les permiten a las mujeres acceder con facilidad a asesorías.
Las REC Sisters no son el primer colectivo que trabaja temas de género, pues hay colectivos que llevan más de 15 años defendiendo los derechos de las mujeres en el oficio, pero quizás ellas aparecieron en un momento coyuntural que las ha llamado a la unión para sentar grandes precedentes.
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La industria se divide tras escuchar voces de mujeres que se alzan, donde muchos se accionan desde el miedo y saben que si pudo caer él, también caerán más. Mientras tanto, muchas mujeres se empoderan para sacar a la luz las violencias que han sufrido.
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Ayudar a gestionar las denuncias en una industria con tantos nombres importantes no es una tarea fácil . Son procesos lentos y, en muchas ocasiones, revictimizantes. La justicia, como bien se sabe, es poco efectiva y las mujeres son juzgadas bajo el foco de la luz pública que las acusa constantemente de mentirosas.
Los agresores prefieren botar la carta de la contradenuncia atentando contra su “buen nombre”, antes que sentarse a reflexionar si realmente hicieron daño a alguien más. Según comentan las REC Sisters, seguramente sería diferente si tras los procesos de escrache realmente se gestara la reparación y la reinserción social de quienes violentan tras asumir las consecuencias de sus acciones y tener una actitud verdadera de cambio.
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Su discusión se ha enfocado justo hacia eso: la creación de canales más efectivos y humanos donde verdaderamente exista un diálogo, en vez del completo silencio que se proyecta tras denunciar, donde parece que todos olvidaran. Pero realmente nada es olvidado, solo ignorado, como se acostumbra con todo en el país.
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El colectivo se proyecta como una base para trabajar por los espacios seguros y equitativos junto a otros colectivos a lo largo de hispanoamérica e incluso Europa, donde el machismo rampante de una sociedad patriarcal no se imponga sobre el arte y les permita construir una nueva realidad para las generaciones posteriores.