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¿Qué nos dice 'Inmaculada' sobre la maternidad y el fanatismo religioso?

Sidney Sweeney se montó como productora ejecutiva y protagonista en una película que intentó hacerse 2014 y se cayó. ¿Por qué 'Inmaculada' nos habla de maternidad y fanatismo religioso?

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Sydney Sweeney como le hermana Cecilia en 'Inmaculada' (2024)
// Still de la película

‘Inmaculada’, dirigida por Michael Mohan, con quien Sweeney ya había trabajado en ‘The Voyeurs’ (2021), es una película de terror que encaja perfecto con la rama de terror nombrada en los años 70 como nunsploitation

El nunsploitation se basa en, para no hacer el cuento más largo, usar a las monjas como elemento narrativo en películas que suelen cuestionar el orden o las costumbres católico cristianas.

El largometraje sigue la historia de Cecilia (Sidney Sweeney), quien va a un convento en Italia después de creer que dios la salvó de un accidente cuando era niña porque tiene un propósito para ella.

Aunque el cimiento de la historia es un arquetipo clásico (una mujer decide ser monja y va a un convento que da miedo de noche y de día, además del uso de símbolos religiosos para construir tensión), la película consigue hacernos sentir la incomodidad de la maternidad no deseada, la frustración de no poder decidir y la rabia de ser despojadas de nuestra autonomía.

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A primer vistazo nos presenta la dicotomía eterna de lo bueno y lo malo en la religión.

Dios, como el cielo y la salvación vs. el Diablo, como el infierno y el pecado.

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En muchas películas de terror (así como en la realidad) la Iglesia y quienes viven en ella no son tan sublimes e inmaculados como se presentan.

Esta película, más que hablarnos de demonios o fuerzas oscuras, nos habla de la maternidad, el fanatismo y, sí, una vez más, el delirio del hombre de creerse Dios.

La maternidad y la idea de virginidad

La definición que la RAE le da a ‘Inmaculada’ es “que no tiene mancha” y de aquí nos podemos ir derecho a la idea de virginidad que surgió del nacimiento de Jesús cuando el Ángel Gabriel descendió y le dijo a María: ve, estás embarazada qué bendición.

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Desde ese momento y hasta el sol de hoy el cuerpo de la mujer y la autonomía que tenemos sobre él ha sido material de discusión para la iglesia.

En la película, la hermana Cecilia tiene veintitantos años y no ha tenido relaciones sexuales porque escuchó el llamado de dios casi inmediatamente después de que estuviera muerta durante siete minutos siendo una niña.

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Entonces, imagínense la sorpresa en el convento cuando queda embarazada.

Las reacciones van desde un arzobispo molesto porque cree que mintió sobre su “virginidad” a la mayoría de monjas saltando en una pata porque había llegado el milagro de Jesús resucitado. Pero la verdad es que ella nunca quiso un bebé.

Milagro o no, Cecilia no deseaba ser madre.

Sydney Sweeney retrata muy bien la incomodidad y frustración de tener a otros decidiendo sobre su cuerpo. Porque incluso en la biblia la virgen no es entendida como mujer, sino como medio necesario para que dios se convierta en hombre.

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Si bien el desarrollo de los personajes secundarios de la película se queda corto (el personaje de Gwen bien narrado hubiera dado para toda una conversación sobre el castigo de la iglesia contra las mujeres que consideraban rebeldes, una lástima), el villano de la historia no tiene ningún carácter paranormal.

Estamos acostumbrados al demonio del más allá, a las luces que se prenden y se apagan y a las puertas que se abren cuando menos lo esperamos. Esa construcción de “lo malo” como algo que está afuera, en algún plano etéreo que no vemos, es divertida pero repetitiva.

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Qué más real, incómodo y visceral que que la cabeza detrás de toda la sangre, el sufrimiento y la angustia de una historia sea un ser humano.

El fanatismo y la ilusión de ser Dios en la tierra

El fanatismo ha tomado mentes brillantes y las ha reducido a rehenes de una verdad absoluta inexistente. En el nombre del fanatismo religioso se han comenzado las guerras más sangrientas de la historia.

En ‘Inmaculada’ (2024) el fanatismo se junta con la ilusión del hombre de ser dios en la tierra y, por supuesto, que las que llevamos del bulto somos las mujeres.

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Que si bien vemos, por ejemplo, como una de las monjas termina siendo víctima de esta incondicionalidad ante la idea del milagro, tanto así que pierde la vida, son dos hombres los que se ponen a jugar a ser Dios en una suerte de experimento que tiene más cara de tortura que de ciencia.

La relación entre la ciencia y la religión es clave para el desarrollo de la premisa de la película porque suelen ser entendidas desde esquinas opuestas. Sin embargo, abre una historia que no se desarrolla ni se termina de concluir.

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Ese es el mayor problema de ‘Inmaculada’: tiene todo el potencial para ser una historia increíble y robusta, pero deja muchísimos hilos narrativos inconclusos e inconsistencias lógicas. Por ejemplo, vemos a una mujer con nueve meses de embarazo corriendo y peleando al estilo Lara Croft.

La atmósfera de tensión, necesaria para llevar la etiqueta de thriller psicológico, la logra de manera maravillosa. La dirección de fotografía y los lugares dentro de Roma donde rodaron aportan a que la fotografía le dé un empujón a la narrativa que dejaron cojeando.

Los jumpscares siguen siendo tema de debate dentro de las personas que amamos el terror. Para algunos es un susto fácil, para mí siguen siendo divertidos porque vuelven a lo más básico del género.

Esta película tiene unos bien puestos, tal vez clichesudos, pero que cumplen con su función.

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‘Inmaculada’ es sostenida por dos cosas: la actuación de Sydney Sweeney y un sentimiento de incomodidad particular con el que sólo las mujeres podemos relacionarnos.

Aunque la sangre y el gore inesperado que vemos dentro de la película le aportan a la sensación de desagrado, es la frustración y el afán que encarna la actriz por dejar de sentirse controlada lo que realmente cuaja en una cuando la ve.

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Es una película con la que me atrevería a decir que los hombres se van a aburrir simplemente porque no saben lo que es que su autonomía corporal sea un hueso por el que todo el mundo se pelea.

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