Por si todavía no la han visto, lo primero que deben saber es que Euphoria es una adaptación estadounidense de la serie israelí lanzada en 2012 que lleva el mismo nombre y una de las series de televisión más populares de la plataforma de streaming HBO Max.
Por Lilo Peñuela González
Después de la primera temporada emitida en 2019, la historia de su personaje principal, Rue (una adolescente adicta a las drogas interpretada por Zendaya), y la factura visual de la ficción, captaron la atención de los espectadores haciendo que, a principios de 2022, su segunda temporada despertara más expectativa y fuera más mediática que la anterior.
También hay que decir que, en 2020, publicaron una especie de interludios entre la primera y segunda temporada que no hizo tanto ruido. Fueron dos episodios especiales grabados en la pandemia con mucho diálogo y pocas locaciones que escarbaban en las historias de los personajes principales: Rue y Jules (Hunter Schafer).
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Pero fue la segunda temporada la que encumbró a Euphoria como un fenómeno de Internet (en gran parte, claro está, por las mejoras técnicas de la nueva plataforma de HBO Max y por las campañas publicitarias que implica estrenar plataforma de streaming). Cada domingo millones de espectadores en el mundo esperan el estreno de un nuevo capítulo para averiguar qué va a pasar con la vida de estos adolescentes.
Sin embargo, el regreso de la serie ha despertado también debates y reflexiones sobre el modo en el que los programas de TV representan la vida adolescente.
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¿Qué tan reales son las cosas que le pasan a los personajes de Euphoria ? ¿Se sienten representados los adolescentes por la trama? O mejor: ¿Es en realidad una serie sobre problemas de adolescentes?
Estas no son preguntas lanzadas al aire. El contenido de la serie hay que tomarlo con pinzas y la prueba es que la mismísima Zendaya ha advertido en su cuenta de Instagram que esta es una serie para audiencias maduras. Pues, si bien es una historia sobre adolescentes, no necesariamente es para ellos .
Y creo que las discusiones que despierta Euphoria no deben ser una cuestión de juzgar esta historia desde el adultocentrismo o desde la moralidad, sino desde el análisis del impacto que la producción ha tenido en las discusiones línea y que han llevado a que tengamos que leer advertencias como las de Zendaya.
De hecho, estoy de acuerdo con ella cuando dice que esta es una serie para un público más maduro porque, si bien en apariencia es un drama juvenil, las luchas que muestran van más allá del debate generacional. Hay que ver la foto ampliada.
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El contexto en el que se desarrolla la historia es uno en el que un imperio en decadencia enfrenta nuevas turbulencias y cambios sociales . Mientras algunos buscan representación y un espacio en esta sociedad, otros se niegan al cambio . Pero entonces, si no es sobre la adolescencia, ¿de qué trata Euphoria y a qué se debe su impacto en la televisión de hoy?
La lucha por la representación
La adolescencia, dicen los manuales de psicología, es la etapa del desarrollo humano en la que dejamos de ser niños para pasar unos años bien dolorosos y confusos hasta convertirnos en adultos. Según la OMS, la adolescencia ocupa la edad entre los 10 y 19 años.
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En Euphoria vemos cómo, en efecto, intentan retratar la vida a través de un grupo de adolescentes y sus luchas: abuso de drogas, los peligros de las redes sociales, presión de grupo y relaciones interpersonales.
Desde luego, no son adolescentes a los que vemos estudiar o hacer tareas, sino que vemos su lado imprudente y arriesgado hasta el punto de poner en juego su bienestar. Parte clave del acto de ver televisión es fantasear con un mundo diferente al nuestro, una experiencia alejada de la realidad cotidiana. Pero esas fantasías, en apariencia asociadas a la adolescencia, son más un síntoma extendido en las sociedades de consumo: correr riesgos, adaptarse a los grupos, la sutileza de la presión social, experimentar, experimentar y experimentar.
Una de las cosas que sucede en las series sobre adolescentes, por ejemplo, es que los personajes son interpretados por actrices y actores que están en sus 20 . ¿Cómo opera entonces la fantasía, cuando un elenco como el de Euphoria está entre los 18 y 31 años ya pasaron por la etapa de desarrollo físico y hormonal hace un tiempito?
Euphoria hace un intento por incluir experiencias de personas con cuerpos no normativos, como en el caso de Kat (Barbie Ferreira). Pero por más que se lleve un tiempo luchando contra los cánones de belleza imposibles que nos venden los medios de comunicación y las redes sociales, es evidente que aún no es un territorio conquistado. Eso sí, la historia de Kat apunta a otro tema. Detengámonos en ella.
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La trampa del empoderamiento
En la primera temporada vemos cómo Kat toma poder sobre su cuerpo. Gana confianza sobre sí misma después de que un video sexual suyo es filtrado y tiene tanto éxito que empieza a pensar que debe reclamar sus espacios y debe ser ella quien cuente su propia historia. Es por eso que se convierte en dominatrix en línea y aunque usa un antifaz para no ser reconocida, cuando va a la escuela también utiliza indumentaria de cuero y luce más segura de sí misma.
En esta temporada, Kat se rinde sobre su empoderamiento una vez deja de ser dominatrix. En el segundo capítulo, la vemos deprimida, en un principio, porque no sabe por qué no ama a su novio Ethan, pero parece ser algo más.
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En una escena en la que está echada en la cama, odiándose a sí misma y viendo un video de la artista de maquillaje Nikkie Tutorials, empieza a imaginar diferentes figuras del empoderamiento corporal y feminismo de las redes sociales, quiénes la tratan de convencer de que es hermosa, valiente y que se tiene que amar a sí misma.
A pesar de que ellas le insisten en que se ame a sí misma y que vuelva a ser la misma “perra mala” de antes, les dice a las mujeres en su imaginación que todo su empoderamiento era mentira y que se sentía mal.
También se frustra porque se da cuenta que, nuevamente, extendió la percepción y experiencia sobre su cuerpo a las expectativas de otro, de la sociedad: ser una dominatrix la hizo chocar de frente con la positividad tóxica de las redes sociales.
El discurso del amor propio y empoderamiento del cuerpo que vemos en redes sociales afecta a las personas porque, a pesar de que se presenten como lo opuesto, también las obliga a “encajar” en algo. Tal vez ya no en el modelo de cuerpo normativo, pero sí en una especie de extroversión y seguridad forzada.
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Kat cae en la trampa. Se hunde en la paradoja del “sé” libre. El mandato “sé” libre la empuja a querer ser deseada por otros, pero colapsa una vez se da cuenta que es una impostura y que no se puede cumplir su liberación. La revelación traumática es que “su liberación” era para el consumo del otro.
Adicción y codependencia
La problemática central de Euphoria es la adicción. Y lo más interesante del modo en que la muestra es que no solo toma la perspectiva del adicto, sino también la de los seres amados que sufren de codependencia. La adicción de Rue no solo la tiene destrozada, también ha afectado a su mamá y hermanita menor Gia.
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Bien conocido es el dicho que dice que el primer paso para dejar de consumir es aceptar que se tiene un problema. Aunque Rue reconoce que tiene una adicción, para ella no es un problema y está dispuesta a hacer lo que sea para salirse con la suya.
Rue deja claro que desde el principio ella no tuvo intenciones de dejar las drogas. Ella le hace gaslighting (una forma de abuso psicológico en la que se manipula la percepción de los otros) a sus amigos y familiares al hacerlos sentir culpables y pasarles la responsabilidad sobre su propio consumo.
Y no lo digo yo, ella misma lo dice cuando rompe la cuarta pared en el tercer capítulo de la segunda temporada. Ahora busca esconder su consumo justificando que fuma marihuana (que no es cierto) y trata de hacer sentir culpable a la hermanita menor diciéndole que es mejor consumir drogas a suicidarse para que no la cuestione más.
Cuando uno cree que Rue no puede ir más lejos, se las da de emprendedora y acude a la Laurie para proponer volverse su distribuidora como si fuera vendedora de Herbalife o Yanbal. Después de negociar con la doña, acuerdan que Rue va a empezar vendiendo una maleta llena de drogas valorada en 10,000 dólares. Todo porque necesita conseguir drogas.
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¿Quién le va a decir a Rue que vender drogas y ser adicta es el peor emprendimiento del mundo? Acá es clara la dirección que está tomando su historia, que no puede terminar nada bien. En el aire queda la duda de si va a morir o tendrá que pagar las consecuencias de otra forma.
Pero quizá lo más llamativo es que se muestra la perspectiva de una persona codependiente. En este caso, Jules, la novia de Rue.
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En el episodio especial que hicieron sobre Jules, ella cuenta que uno de sus mayores miedos es que Rue recaiga, como si fuera su responsabilidad.
Después, en el primer episodio de la segunda temporada, Jules le pregunta a Rue que cuándo recayó, a lo que ella responde “la noche en que te fuiste”. Es natural el miedo que siente, pues Jules también es hija de una adicta, y su experiencia alrededor de la adicción es creerse responsable del consumo, primero, de su madre y ahora de su novia.
Por eso creo que Jules no está realmente enamorada de Rue, sino que siente la necesidad de salvarla mientras encuentra alguien más que le preste atención, como por ejemplo, Elliot (Dominic Fike).
Euphoria, algo más complejo que la adolescencia
Mientras que en la primera temporada llamó la atención el maquillaje, los escenarios que idealizaban las experiencias de los personajes y los intríngulis de las relaciones interpersonales, el desarrollo de los personajes en la temporada 2 permiten ver problemáticas intrínsecas del mundo de hoy, especialmente de la sociedad norteamericana.
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Euphoria se trata de las tensiones de una nación que por muchos años cargó la batuta del progreso y la libertad en el exterior, pero que al interior atraviesa una crisis porque sus ciudadanos no resultaron tan libres y abiertos de mente como se hacían mostrar ante el mundo .
En los últimos años, Estados Unidos se ha visto atravesado por conflictos y luchas como el antirracismo desde el movimiento de Black Lives Matter , el #MeToo en contra de la violencia de género, la inclusión por los cuerpos no normativos y las personas LGBTIQ+ y la epidemia de las drogas.
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Euphoria llama la atención sobre cada una de estas reivindicaciones y problemáticas haciendo casi que un uso meramente anecdótico de la adolescencia.
Rue, más que un personaje que experimenta confusión y ansiedad, es el reflejo de la crisis de los opioides por la que está pasando Estados Unidos desde mediados de los 90 y los efectos que tiene sobre la sociedad: jóvenes y familias enteras destruidas por la adicción. Los datos de los Centros para el control y Prevención de enfermadades (CDC) de Estados Unidos indican que de 1999 a 2019 han muerto aproximadamente medio millón de personas por una sobredosis de opioides recetados por médicos o adquiridos de forma ilegal.
Euphoria no es una serie para adolescentes, tampoco es necesariamente sobre adolescentes, más bien es una radiografía de una sociedad respondiendo a nuevas turbulencias.