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'El estafador de Tinder' e 'Inventando a Anna': ¿Por qué nos encantan los mentirosos en cine y TV?

Estamos en la era de las series y películas sobre estafadores reales.

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'Inventando a Anna', de Shonda Rhimes, es una de las series más populares de Netflix.
Foto: Netflix.

Hace algunas semanas el documental El estafador de Tinder fue uno de los más populares en Netflix . Este filme es protagonizado por las víctimas de Simon Leviev, quien se hacía pasar por magnate con una vida de lujo y seducía a mujeres por Internet para robarles millones de dólares.

Lo mismo ocurre con la serie de Shonda Rhimes Inventando a Anna , también de Netflix, basada en el caso real de Anna Delvey, una mujer que convenció a la élite de Nueva York de que era una heredera alemana y una gran empresaria.

Próximamente se estrenará en la plataforma Star+ la miniserie The Dropout , en la que Amanda Seyfried interpretará a Elizabeth Holmes, quien a sus 30 años era considerada una de las mujeres más destacadas del mundo de la tecnología por su empresa Theranos, que prometía ser una avance inmenso para la salud del planeta y resultó siendo un fraude.

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¿Por qué son tan fascinantes estas historias?

El momento de los villanos

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Desde hace varios años hemos visto la tendencia de las historias centradas en los villanos : Desde Cruella a Maléfica o a Joker , hasta personajes reales como Tonya Harding o Patrizia Reggiani, los villanos son los protagonistas recientes de la cultura pop.

"Ver a estos transgresores de normas dañar el sistema y luego quedar atrapados es una liberación de presión vital para nuestras emociones más feas. Nos fascinan porque nos permiten explorar qué pasaría si dejáramos de seguir las reglas y, mejor aún, refuerzan por qué existen en primer lugar. Nos ayudan a clasificar el mundo en categorías ordenadas: héroe y villano, bueno y malo", opina Annaliese Griffin en The Cut .

¿Se romantiza al estafador?

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"Historias como esta siempre han existido en la cultura pop. Al público le encantan los escándalos (...) Sin embargo, lo que hace que la era actual sea diferente son dos elementos: uno, la mayor parte de estas historias se basan en historias reales y dos, tienen una cualidad curiosamente aspiracional ", opina Kayleigh Donaldson en whattowatch.com.

Una fuerte cercana a Simon Leviev anunció que "el estafador de Tinder" tendrá su propio reality show , en el que las participantes competirán por una cita con él.

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La figura de Anna Sorokin (nombre real de Anna Delvey) ha sido considerado como antihéroe de la élite: una especie de Robin Hood que logró ganarles a los más ricos en su propio juego . Es satisfactorio para los espectadores ver cómo los ricos son estafados, especialmente en momentos de crisis económica.

En 2020 Sorokin tuvo que escribir a sus entonces 70.000 seguidores en Instagram (al momento de publicación de este artículo eran 736.000) para evitar que visitantes extraños se presentaran en el Centro Correccional de Albion, donde cumplía su condena.

"Creo que esta mal promover toda esta narrativa y celebrar a una criminal sociópata y narcisista . La conozco de primera mano y fui su víctima, estudié la forma en que realizaba su estafa, y cuando ves el programa no prestas atención a la idea que se comercializa detrás", opinó en Vanity Fair la escritora Rachel Williams, a la cual estafó por una cantidad de 62 mil dólares.

Nos gusta sentirnos superiores

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Como lo nota Brooke Theis en Harper's Bazaar , somos poco empáticos con las víctimas de estos estafadores . En redes es frecuente ver comentarios como "mucha bruta", o "cómo le fue a dar tanta plata" sobre las personas que fueron manipuladas.

"Los espectadores parecen sentir una sensación de superioridad, incluso placer, en las escenas; después de todo, nunca seríamos tan crédulos como ellos ", dice Theis. Sin embargo, según su artículo, solo en el Reino Unido se perdieron más de 2.000 millones de libras a causa de los estafadores, y la víctima promedio perdió cerca de 6.100 libras.

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"Fingir hasta lograrlo"

En The Guardian, Laura Martin opina que este tipo de series obedecen al discurso que venden muchos influencers en las redes sociales, según el cual el trabajo duro es el único requisito para el ascenso social, sin tener en cuenta todas las variables económicas detrás. La narrativa de "el pobre es pobre porque quiere".

"Priorizar la apariencia sobre la realidad en las redes sociales podría, tal vez, estar impulsando la última oleada de estafadores y nuestra fascinación por ellos", considera Martin.

En momentos en los que gracias a las redes sociales es más fácil que nunca vivir una vida de mentiras, todo parece indicar que este tipo de casos seguirá ocurriendo. Por supuesto, no nos perderemos ni un capítulo.

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