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5 lecciones de la película colombiana 'La pena máxima'

¡Saúl, hermano!

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La pena máxima.

Colombia es un país futbolero, por eso siempre es un buen momento para recordar al mayor hincha de la selección en la historia del cine colombiano: Mariano Concha, interpretado por Enrique Carriazo, protagonista de La pena máxima.

Por: Edgar Medrano

El fútbol es el levantapasiones colombiano por excelencia. Cada cuatro años es la misma historia: gente de traje con la camisa de la selección debajo, carros con la bandera puesta en el capó, hasta fundas con la tricolor en los espejos retrovisores.

El vendedor del semáforo ofrece desde la carcasa hasta la camiseta para el perrito pintada del amarillo, azul y rojo. El fútbol es el momento en que celebramos entre todos el hecho de ser colombianos.

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Nos une a todos, ya sea viejo o joven, paisa o costeño, da igual. Todos tienen algo que decir de la selección y hasta laminitas para intercambiar, porque llenar el álbum también es tarea obligada. Con ese sentimiento entre pecho y espalda es imposible no recordar La pena máxima (2001), de Jorge Echeverri.

Mariano Concha es un empleado público que ama el fútbol. Después de ver cómo la selección Colombia logra un empate en Buenos Aires frente a Argentina, para él es obligado ir al partido de vuelta en Bogotá, importándole un pepino todas sus responsabilidades y empeñando su futuro y el de su familia. Todo va bien, hasta el momento en que la mala suerte le complica sus planes de ir al Campín.

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Es una historia de excesos y pasiones sin frenos por el fútbol que podemos usar como manual, sabiendo que queda menos de un mes para que empiece a rodar la pelota. Aquí algunas lecciones para hinchas que nos deja esta película colombiana, que ya es un referente obligado en épocas futboleras.

Sea buen hincha 

Si hay algo que nos queda de La pena máxima es la emoción del fútbol. Nos encanta Mariano, porque representa como nadie la pasión por los partidos y la fidelidad a la selección. Apoye a su equipo, pero no solo cuando les va bien. 

Tenga claras sus prioridades

Por más de que sea el Mundial y le guste mucho el fútbol, no descuide su trabajo, a su pareja o a su familia. El partido se puede ver en streaming, una repetición en la tarde, pero la mancha de no cumplir con lo debido no se quita nunca.

Respete al otro 

Ya sea que en el bar que le guste haya hinchas de un equipo extranjero o sencillamente otros a quienes no les gusta el futbol, no hay necesidad de estar tirando pullas, ni mucho menos harina o espuma a quien se ponga en frente. Disfrute con los suyos y no haga que le cojan fastidio al fútbol o al Mundial. 

Pilas con las apuestas 

Con la emoción de los partidos, es fácil caer en la tentación de entrar en 'pollas' o apuestas. Pero si algo nos enseña La pena máxima es que no hay que dejarse llevar por la emoción. Tenga en cuenta su presupuesto y no sacrifique ni el mercado ni lo del arriendo. Recuerde que en el fútbol cualquier cosa puede pasar y, a diferencia de Mariano, no se confíe en un buen marcador. 

Los jugadores también son humanos

La gente es especialista en poner a los deportistas en un pedestal, para después acabarlos. Si mete gol y lo dedica al pueblo colombiano, es el ídolo. Si a los dos minutos entrega mal un balón que se convierte en gol en contra, lo destruyen. Es un vendido, lo tiran al olvido. En el peor de los casos hasta le tiran toda la bronca en sus redes sociales. Entendamos: nuestros deportistas necesitan nuestro apoyo, siempre dan la mejor representación al país. Deberíamos ser más agradecidos por los sacrificios que hacen por darnos un par de alegrías.

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De La pena máxima aprendimos que el fútbol se trata de sufrir y celebrar. Dejemos que la selección saque lo mejor de nosotros, que a final de cuentas está ahí para eso. 

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¡La música nos une!

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