El otro día estaba frente al televisor y vi la escena de unos manifestantes preparando una protesta pacífica, en respuesta al cansancio de las políticas de guerra del gobierno de su país . Sin esperar a que la marcha se convirtiera en una amenaza violenta, los policías se taparon sus números de placa, alistaron sus bolillos y gases lacrimógenos, y corrieron a atacar cruel e indiscriminadamente a las personas indefensas.
No, no estoy hablando de los últimos días en Colombia ni de ningún suceso del Paro Nacional del 2021. Es una escena de El juicio de los 7 de Chicago (Netflix), nominada a seis Premios Óscar, ambientada en los Estados Unidos de 1968. Otro país, otra fecha, mismos resultados que los que hemos visto en Colombia en los últimos años.
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Y es que lo trágico de este Paro Nacional, además de las justas razones por las que se ha dado la protesta social, es que la respuesta desmedida de la Policía y el Ejército pertenece a un viejo y repetido libreto: los gobiernos no admiten críticas ni quieren soltar su decadente poder, estigmatizan las marchas, y así justifican el uso y abuso de la fuerza bruta. En eso no hay distinciones entre realidad y ficción. Los políticos se portan como un guion de ficción, y la ficción solo tiene que pellizcar algún trozo de esta brutalidad ofrecida para contar historias.
Por eso, si bien esta lista contiene títulos que están inspirados en hechos reales y otros que son enteramente ficticios, todos explican cómo vivimos en una sociedad violenta, intolerante, represiva y con cada vez menos espacios para las libertades individuales, el pensamiento divergente y la defensa de la vida.
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Si estos días han caído en necesarias conversaciones con familia y amistades que se niegan a reconocer las causas de los reclamos, que creen que la violencia “es de lado y lado”, o que piden “mano dura contra los vándalos”, estas películas y documentales pueden serles útiles para tener mejores argumentos a la hora de conversar.
Que las disfruten y buena suerte en sus debates.
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- La estrategia del caracol (1993)
Uno de los grandes clásicos del cine colombiano es una inspiradora y permanente lección de resistencia sobre lo que puede hacer la sociedad civil ante los atropellos de las clases altas y la defensa a ultranza de la propiedad privada sobre el bien común.
Por eso no es de extrañar que en estos días de Paro Nacional siga circulando una de sus escenas más memorables, en la que un novato periodista televisivo le pregunta a un inquilino en el centro de Bogotá próximo a ser desalojado, para qué se han mantenido en una protesta. El entrevistado responde, “¿Cómo así que para qué? ¿Para qué le sirve a usted la dignidad? ¿Esa palabra ya no existe o no la usan por allá en televisión?”
- El juicio de los 7 de Chicago (2020), Judas y el mesías negro (2021) y Bloody Sunday (2002)
Estas tres películas van en el mismo paquete, a pesar de la diferencia de sus historias, porque todas coinciden en mostrar cómo los gobiernos han jugado sucio para reprimir la protesta social y las organizaciones civiles.
En el caso de El juicio de los 7 de Chicago, su director Aaron Sorkin cuenta cómo el gobierno boicoteó y estigmatizó una movilización de varios movimientos juveniles para rechazar que el gobierno de Estados Unidos siguiera en la inexplicable Guerra de Vietnam.
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En Judas y el mesías negro el gobierno racista estadounidense hace todo lo posible por frenar el ascenso del líder civil y político, y activista de las Panteras Negras, Fred Hampton.
Y en Bloody Sunday se hace una reconstrucción de la masacre cometida por el ejército inglés contra manifestantes irlandeses, el 30 de enero de 1972 en la población de Derry. Así que cuando les hablen de “manzanas podridas” o de “casos aislados”, tengan a la mano estos recuentos históricos para demostrar que nunca ha sido cuestión de azar y que siempre alguien dio la orden.
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- Ciro y yo (2018) y La mujer de los 7 nombres (2018)
En medio de la emoción por el acuerdo de paz firmado entre el gobierno colombiano y las FARC en el 2016, el país estaba esperanzado en la posibilidad de pasar la página y comenzar a sanar las heridas. Estos dos documentales son tan solo una muestra de las millones de historias del alcance de la guerra en áreas rurales, donde los efectos son devastadores y donde se comprueba que el discurso de buenos vs malos solo queda bien en las películas de Marvel. Dos historias para entender por qué la política de “hacer trizas los acuerdos” ha hecho más daño que bien.
- Parasite (2019)
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Ya se ha dicho y escrito casi todo acerca de esta revolucionaria película, no tanto por su tema, sino porque logró demostrarles a los gringos que era hora de dejar de mirarse al ombligo –al menos cinematográficamente– y descubrir que el cine de otras partes del mundo tiene poderosas ideas por transmitir.
En alguna entrevista, al director Bong Joon Ho le preguntaron cómo había logrado contar una historia que se sintiera global a pesar de suceder en Seúl, Corea del Sur. La respuesta fue tan sencilla como contundente: “ahora todos vivimos en un mismo país que se llama capitalismo”. Si no han leído a Marx, Parasite es una buena forma de entender cómo la lucha de clases nos tiene donde nos tiene y por qué hay que cuestionar sus formas.
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- V de Vendetta (2005)
Uno nunca hubiera esperado que el cómic de Alan Moore y David Lloyd, que fue adaptado por las hermanas Wachowski (las mismas de The Matrix ) y dirigido por James McTeigue, pudiera ser tan profético sobre esta era Covid y su relación con los dictadores y gobiernos represivos.
- Para leer luego | V de Venganza: ¿Qué nos enseñó de protestas, marchas y paros?
La historia de la Inglaterra de V de Vendetta pareciera ser la de muchos países del mundo, especialmente Colombia: un virus, una amenaza a la salud pública, una crisis social, un líder que propone la mano fuerte como panacea, una sociedad que renuncia a sus derechos para permitir la lucha contra lo urgente, un estado de conmoción perpetuo, un gobierno represivo que tiene vigilados y amenazados a todos sus ciudadanos. La ilustración más contundente para entender el poder de tener a una sociedad en constante estado de pánico.
- Mandabala (2007)
En el 2007 este documental saltó a la fama por ganar el premio a mejor documental en el prestigioso Festival de cine de Sundance, permitiendo así masificar su visión sobre el hilo –para algunos obvio, para otros casi que invisible– que conecta la inseguridad urbana con la corrupción de la clase política.
Mandabala comienza a mostrar en paralelo los criaderos de carne de rana en los estados del norte de Brasil, las flotas de helicópteros privados de Sao Paulo, y los cientos de cirujanos especializados en reconstrucción de orejas en la mencionada ciudad. Lo que de entrada parece desconectado, luego se integra en una misma espiral de desgracias muy parecidas a las colombianas, que comienza con las desviaciones de recursos públicos de la “gente de bien” y termina con una cruel y descontrolada ola de secuestros en una de las ciudades más importantes de Brasil. Una buena forma de preguntarse dónde comienza la violencia y quién tiró la primera piedra.
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- Machuca (2005)
La violenta llegada al poder en Chile del dictador Augusto Pinochet en 1973 ha sido una permanente alerta para todos los países de América Latina, especialmente Colombia, porque muestra lo que puede repetirse si un gobierno de extrema derecha se impone a la fuerza.
Machuca se ubica un par de años antes de este golpe de estado, cuando el socialista Salvador Allende aún estaba en el poder e intentaba consolidar un proyecto que acabara con las diferencias entre clases sociales y entender los problemas del otro. Esta utopía se rompió a las malas cuando Pinochet llegó al poder, y así se frustró la posibilidad de consolidar una sociedad pacífica y más justa. Que la historia nos sirva para no repetir los mismos errores del pasado.
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