En el marco del BAM se anunció como nuevo director artístico del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI) a Felipe Aljure, realizador y gestor cultural colombiano. Aljure llega a continuar el proceso que ha convertido al Festival en uno de los mayores referentes para la cinematografía de la región, primero bajo la dirección de Monika Wagenberg y posteriormente, con Diana Bustamante a la cabeza, quienes cumplieron esta labor durante dos periodos de 4 años.
Felipe Aljure, nuevo director artístico del FICCI.
Hablamos con este director, reconocido por películas icónicas colombianas como La gente de la universal, El Colombian Dream y Tres Escapularios , sobre esta nueva etapa en uno de los mayores festivales de cine de Latinoamérica.
El cine colombiano está en un buen momento. ¿Cuál ha sido el papel del FICCI en ese proceso?
Yo creo que el cine colombiano fue una construcción de muchas generaciones que trabajaron poco a poco desde la pasión y el convencimiento de que el cine es importante. El FICCI llega hace 58 años cuando el país no tenía una política cinematográfica y se convirtió en un referente clave.
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Luego empieza a surgir un sector más fortalecido y todos estos espacios los sentimos como patrimonio cultural. Toda esa convergencia de realidades normativas y tecnológicas hicieron que hubiera un aumento en el número de producciones y eso es bueno. Sin embargo, aún hay temas que es necesario mejorar.
¿Cuál es el principal reto?
Hay 2 temas clave: la distribución y exhibición de las películas, así como el desencuentro del público con la marca “cine colombiano” son 2 aspectos que debemos revisar.
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¿Cuál quieres que sea tu aporte como director artístico del FICCI?
Mantener el buen cine, la presencia de invitados y personajes que hablen y le aporten a la gente conversaciones y diálogos enriquecedores. Todas esas reflexiones deben converger en Cartagena porque es una tribuna que se ha ganado esa categoría y ese derecho a expresar temas cinematográficos de interés y pertinencia para el país y para el mundo.
¿Cómo ha cambiado el panorama para los realizadores desde La gente de la universal hasta hoy?
Cuando hicimos La gente de la universal fue una gran hazaña y hacer una película era un hecho cultural sobresaliente, era casi un épico. En el 97 se crea el Ministerio de Cultura, luego la Dirección de cinematografía, se gestó la ley de cine… en fin: han pasado muchas cosas buenas.
Otro aspecto clave fue la democratización de la tecnología: nos tocaba usar unas cámaras de 300 mil dólares, lentes de 100.000 todo era así…. Hoy uno puede hacer una película con un teléfono. Así fue la última que hicimos, Tres escapularios , la hicimos con una cámara de fotos. Todo ha convergido para quitarnos la mordaza económica y tecnológica. Pero no podemos conformarnos con eso. Hay mucho por hacer todavía.
¿Crees que se puede hablar de un solo cine colombiano?
Lo cines nacionales tienden a ser un género. Uno ve una película gringa y parece gringa, uno ve una película francesa y parece francesa y yo creo que al cine colombiano le pasa lo mismo. Uno ve una película colombiana y tiene esa textura de una idiosincrasia, de una cultura que de alguna manera se mira y mira al mundo.
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Dentro de eso, lo que se trata es que coexistan muchas voces y muchas miradas y que podamos ver cartelera comercial, cartelera de cine arte independiente en donde se cocinan las futuras narrativas y veamos distintas películas que comentan el país desde una óptica social…La paleta se tiene que ampliar.
En la medida en que todas esas voces coexistan iremos aprendiendo cómo se siente el cine colombiano. Ahora, somos unos adolescentes, estamos hasta ahora buscando nuestras propias voces y vamos por ese camino.
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