"Este año viene muy buena música, y de verdad", me dice Lucas Cliff antes de despedirse.
Cuando habla de ‘música de verdad’ evoca, una vez más, el dilema entre los proyectos musicales adecuados pero inauténticos (la mayoría del pop mainstream que escuchamos hoy en día) o las producciones musicales que son más reales (música de verdad), pero nulas e inadecuadas para los oídos de ciertas audiencias.
La música de Lucas Cliff, que nació en Barranquilla el 31 de marzo de 1998 y que hoy en día vive en Malambo, Atlántico, con su pareja y su hija de dos años, es música de verdad, música “inadecuada”, música real ; música que despierta el placer corporal y que tiene como fuente de inspiración la filosofía del día a día.
Todo el mundo práctica un tipo de filosofía mundana que tiene como principio su existencia y experiencia. Lucas es prueba de ello.
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"Mi música trata de lo que vivo", dice Lucas.
“Mis canciones son el resultado del día a día mío, yo me guío a partir de eso. Por ejemplo, en [la canción] 'y que no y que tal', yo hablo de una chica de la que estaba enamorado pero ella decía que yo no le gustaba. Al final era mentira lo que ella decía porque si le gustaba. Me inspiré en sus palabras, en lo que yo sentía, y ahí hubo esa magia que permitió escribir esa canción”.
La destilación de la experiencia es el proceso a través del cual brotan sus canciones. 'Toy ' , por ejemplo, es una canción que escribí cuando le rogué a una pelada para que fuera mi novia. Pero todo está inspirado en lo que vivo y en lo que he escuchado de amigos o amigas que me cuentan de sus amores o sus cosas, entonces yo digo: ‘ah bueno, esto lo puedo coger, esto lo voy a coger para este tema y así se dan muchas de las canciones’"
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Absorber su experiencia y sublimarla. Esto es lo que hace Lucas Cliff, quién creció escuchando la música, el groove y los ritmos que evocan esa “filosofía de la calle”: la salsa, la champeta, el afrobeat, el vallenato, la cumbia y, en general, la música africana y afroantillana.
Su música es producida por un máquina rítmica que absorbe los sonidos del pasado y los ensambla con la diáspora del presente: el dancehall, el reggae y el reggaetón.
En otras palabras, el proyecto musical de Lucas hace parte de una red que interconecta los sonidos mitológicos con el futurismo afrodiaspórico .
El pasado, su pasado personal y musical, lo que vivió y escuchó de niño, es el BANG que impulsa su música hacia el futuro y le permite reclamar una historia de tradiciones musicales para (re)imaginar y (re)interpretar futuros diversos y liberados para las personas negras.
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Y aunque en su familia "ninguno canta y nadie se dedicó a la música o al arte", es él quién sacó esa luz a la superficie.
"Fui yo quien sacó a relucir lo artístico de la familia. Yo digo que desde mí hacia adelante lo que viene es arte. Mi hija y los hijos de mi hija, me imagino, muchos serán artistas en cualquier sentido de la palabra. Ese va a ser mi legado aquí".
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Para Lucas, el legado musical es lo que abre el presente y libera al futuro para la construcción de una plataforma sónica que permite elaborar nuevas ideas; i deas musicales que exaltan las músicas del pasado pero que viajan por nuevas cajas rítmicas para producir sonidos nuevos y diferentes.
Esto lo denomina Lucas como afro-future .
¿Qué es el afro-future?
"El afro-future es mi sonido, es el rescate del folclor. Es una mezcla, una fusión de dancehall, afrobeats (diferente del afrobeat), champeta africana, música criolla; todo eso es uno solo. Todo esto tiene una misma raíz, todo tiene un mismo origen que es África.
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El afro-future es una vibra y lo que yo quiero es que la gente viva algunos sonidos del pasado pero con música del futuro. Música del futuro para recordar el pasado».
El afro-future no es una mezcla específicamente colombiana, africana, latinoamericana, caribeña, anglosajona, británica o americana, sino todo ello a la vez: una formación transcultural que retrocede hacia el pasado sónico para avanzar hacia un nuevo futuro musical.
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Pero claro, antes de dedicarse enteramente a la música, Lucas se movía entre dos visiones contradictorias de la vida; por un lado, estaba la idea de seguir estudiando diseño gráfico para terminar en una agencia de publicidad haciendo logos; y por otro, perseguir el sueño de ser cantante.
"Antes de la música yo me dedicaba a estudiar diseño gráfico. Era algo normal, algo muy común. Me levantaba, desayunaba, salía a tomar el bus para ir a estudiar y luego de las clases volvía a la casa. Ir y volver. Pero si te puedo decir, y no es por presumir, era el número uno de la clase de diseño gráfico, hacia mis trabajos en la misma clase. El profesor, incluso, me ponía a ayudar a los que no sabían. No lo pude seguir estudiando porque se metió lo de la música y me envolví en ello cada vez más".
Lo "normal" y lo "común" es el lugar al que Lucas no quiere pertenecer. No busca la fama. Sin embargo, para Lucas, como para muchos otros jóvenes invisibles, la fama misma es una riqueza, una manera de convertir una desventaja en un aspecto positivo.
"Mi paso a la música fue inesperado", me comenta Lucas, "sinceramente empecé a hacer música sin esperar nada cambio o sin la intención de pegar una canción. Lo hacía porque me gustaba y era algo que me salía (y me sale) de corazón. El camino se fue encargando de llevarme donde yo debía estar".
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Una vez montando en el sueño del mundo de la música, más precisamente en el sueño de ser cantante, Lucas me recuerda cómo fue su primera parada:
"Yo hago una canción ( y que no y que tal ) sin esperar que me iba a pegar, porque yo ya había hecho más canciones, pero no se había dado nada. Y brother, qué te cuento, me tomó por sorpresa la fama, me tomó por sorpresa que sonaba en las emisoras, me tomó por sorpresa que los pelaitos iban a la casa de mi mamá a buscarme, me tomaron por sorpresa muchas cosas que no esperaba en ese momento. Fue ahí cuando me dije: ‘wow, en serio me está pasando a mí’. Y pues que te digo, aprendiendo todos los días, aún así siguiendo el sueño, siento que aún no he logrado lo que quiero».
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La relación de Lucas con el arte, la pintura, el diseño y el dibujo comenzó desde el colegio. Allí se dio cuenta que tenía una habilidad artística particular y la desarrolló a partir de intercambios con sus compañeros de clase. Él se encargaba de hacer las tareas de dibujo y ellos le ayudaban con el resto de sus materias.
"En el colegio, no te voy a decir que era el mejor o que era bueno; yo no llevaba ni cuadernos al colegio, mis amigos me decían 'brother: ‘nosotros te pasamos los cuadernos y te hacemos las tareas si tú nos haces los dibujos de artística a todos’. Para mí no era complicado, eso no era nada porque era algo que yo sabía hacer. Al final del año yo tenía mis cuadernos ‘pasaitos’, mis tareas hechas porque me las hacían los brothers».
La pintura y el dibujo lo pusieron en contacto con su lado artístico; le marcaron el camino que le permitió reconocer que a través del arte existe la posibilidad de expresar y representar su mundo.
La música, en concreto, le abrió las puertas para crear ritmos y sonoridades que impulsan una exigencia revolucionaria, la puesta en práctica de la libertad.
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"Para mí el arte y la música es mi forma de vida, es mi forma de expresar lo que yo siento, ya sea en un dibujo o musicalmente. En la música y en el arte puedo ser quien realmente soy. La música es mi estilo de vida, el lugar para mostrar mi ser y mi esencia, como dicen por ahí".
En esta luz, la luz del arte y la música, Lucas concibe sus ideas mediante las cuales trata de descubrir un mundo mágico y hacerlo realidad.
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Lo que vive y lo que experimenta en su día a día es la iluminación; ideas que nacen de lo que siente e intuye. Se podría decir, entonces, que la música de Lucas Cliff parte de un principio (“siento, luego puedo ser libre”) que altera una vieja verdad (“pienso, luego existo”); su música expone una política del placer, una sexualidad desinhibida y complejas relaciones de clase que se construye y labran en la roca de las experiencias cotidianas.
El afro-future , la visión musical de Lucas, nos muestra la importancia de valorar nuestros sentimientos y emociones, así como nos enseña a respetar las fuentes ocultas del poder de donde emana el verdadero conocimiento y, por tanto, la acción duradera de las cosas: sentir para recordar.
Prepárense, y estén listos para cambiarlo todo con Lucas Cliff, pues la honesta indagación entre la experiencia y los sentimientos se convierten en refugio y semillero de ideas radicales y atrevidas en un mundo cada vez más carente de nuevas ideas.
Qué viene en 2024 para Lucas Cliff
¿Cuál es el propósito de año nuevo que nunca ha cumplido y que sí va a cumplir este 2024?
Consolidarme como artista, tener contratos con disqueras y hacer colaboraciones con artistas nacionales e internacionales.
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¿Cuál fue la primera canción que se aprendió?
Su hija me gusta, de José Feliciano con Farruko.
¿Cuál es el/la artista con qué soñaría hacer una colaboración o cantar junto en un karaoke?
Colaborar con Burna Boy y un karaoke con Marc Anthony de parche.
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Si pudiera programar una IA para que lo remplace en alguna actividad de la vida diaria, ¿qué la pondría a hacer?
Que me haga el almuerzo. Mis cosas personales las hago yo.
Si se fuera a leer las cartas ¿Qué les preguntaría para 2024?
No preguntaría nada. Dejaría que mi destino me sorprenda de la mano de Dios.