Antes de llegar a su sonido Paula tuvo que nacer en Medellín y crecer en La Guajira, hasta sus 11 años. Feralucia —ojo, va sin tilde— es un nombre compuesto. Lucía hace referencia a su tía, que en el lecho de muerte le hizo prometer que dejaría suelto por el mundo el sonido que traía dentro.
“Mucho antes, ella incluso me matriculó en la [Universidad] de Antioquia, cuando tenía 12 años, en un programa para tener bases sobre la música”. También, claro, el nombre de este primer faro trae implícita la luz.
“Fera” refiere a una bestia indómita. “Eso tiene que ver con la sombra. Con esa parte salvaje interna”.
Fera-lucia, juntos, expresan la tensión que está en su música, entre el cariño iluminador y la vivencia encarnada. Suena como un depredador que se acerca entre matorrales, con cautela, adorando y deseando a su presa iluminada por el brillo de la luna.
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Credenciales de la suerte
- Sol/ascendente/Luna: Piscis, Leo, Leo
- Animal del horóscopo chino: Dragón
- Número de la suerte:
La historia de Feralucia
Hay mucho de la temprana Björk, de rock argentino y de sensibilidad por el pop latinoamericano dosmilero en las canciones que Feralucia ya le mostró al mundo. También una sensualidad y delicadeza propias, situadas en Colombia, en el coqueteo con los boleros que escuchaban sus padres, que hace eco desde suaves timbales detrás de las guitarras y los sutiles sintetizadores.
El diseño de ese sonido es pensado desde la lógica con la cuál se producen las imágenes.
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“Estudié cuatro semestres de artes plásticas, después me fui de viaje y ahí fue cuando dije que quería hacer música. Me encantaban la fotografía y pintar.
Fue un regalo de la vida porque aprendí a trasladar el arte a cualquier oficio. En artes empecé a pensar la música y la voz como un dibujo espacial, a grabar capas de voces así como el color se construye con capas. Las artes también me abrieron al mundo del cine y a entender los procesos creativos como herramientas para integrar la obra de uno como un todo”.
“Ahora que miro, los dos discos son frutos de bloqueos que tenía que pasar”.
El umbral
En 2016 sale El Umbral , producido de la mano de Otto Díaz (La Banda del Bisonte). Desde una faceta electrónica, ese debut expone la paleta de colores que la medellinense quería emplear como terreno en el cuál sembrar letras delicadas, enfocadas en la experiencia sensorial y sus puntos de encuentro con lo emotivo.
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“Yo tenía el inglés muy cercano en la infancia entonces me permití eso para ese disco. Pero ahora veo que también era una especie de asilo porque no es nuestra lengua materna. Quería materializar esas canciones pero ahí ya hay algunas cosas en español y después me dejé ir por ese hilo para el siguiente disco”.
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La Flecha
Seis años más tarde, en La Flecha , su álbum más reciente y ya enteramente en español, ese olor a tierra leve se combinó con la urgencia de quien busca a quien desea entre una espesa nube de niebla, con la certeza de que lo va a encontrar y la ardiente pregunta por el cuándo.
Este disco, uno de los destacados Shock entre los mejores álbumes del 2022, fue producido con David “Gary” Ospina, cabeza de Brona Records y Volcán, con baterías de Adán Naranjo (de proyectos como Sr Naranjo o Margarita Siempreviva) y saxofón de Pablo Muñoz.
“Tenía una intención de dar la cara. Para mí el español es incluso más romántico que el francés. Uno puede describir a la perfección una emoción. Quería ponerme en un lugar más vulnerable. En El Umbral lo hice, pero aquí quería buscar algo más honesto y eso surge de la lengua que está impresa en cada rendija del cuerpo. Así me expongo más, el mensaje es más directo y permite ir más profundo”.
La portada La Flecha, a cargo del artista Piero Cremaschi y el fotógrafo Felipe Villa, ilustra a la perfección ese movimiento a tientas, curioso y expectante.
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Nos muestra a una Paula que se agacha y nos mira a través de una tela blanca, como un niño que se asoma en medio de un juego de escondidas. Su sonido es la maduración de esa actitud y la integración explícita del deseo por el otro en las letras. Y se siente grande, indomable. En el 2023, no tenemos duda de que ese acechar se transformará una y otra vez, en vivo o con más música, en un encuentro cautivador, a la vez delicado y fiero.
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